La gran mayoría lo sabe, pero no todas parecen tener presente la importancia que tiene la limpieza en la piel. Es un paso fundamental en cualquier rutina de cuidado, sin importar la edad, el tipo o el estado en el que se encuentre tu piel. Sin embargo, lo que sí es relevante es el limpiador que uses, ya que no todos son iguales.
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De hecho, elegir el adecuado es lo que te ayudará a conseguir una piel radiante, sana y sin imperfecciones de ningún tipo. La farmacéutica experta en dermocosmética, Belén Acero, nos explica cómo elegir el limpiador ideal según las necesidades de cada tipo de piel, y qué debemos tener en cuenta para no cometer algunos de los errores más comunes que acaban causando sustos, disgustos inesperados y daños irreparables.
La limpieza, un paso imprescindible
“La limpieza es la base de una piel sana y bonita”, nos cuenta Belén Acero. A lo largo del día, nuestra piel acumula impurezas, polución y restos de maquillaje que, si no se eliminan correctamente, pueden obstruir los poros y acelerar el envejecimiento cutáneo. Además, de noche, la piel se regenera y necesita estar libre de residuos para aprovechar al máximo los tratamientos que aplicamos después. Sin una limpieza adecuada, "cualquier sérum o crema pierde eficacia".
De hecho, si no limpiamos correctamente nuestra piel, las consecuencias a largo plazo pueden ser más severas de lo que imaginas. “La piel se vuelve opaca, con poros dilatados y más propensa a imperfecciones como puntos negros y acné. A largo plazo, la acumulación de suciedad y grasa puede favorecer la inflamación crónica, debilitando la barrera cutánea y acelerando la aparición de arrugas y manchas”, advierte Acero. Por lo que, sí, limpiar la piel bien es algo fundamental para mantener la piel saludable y protegida.
Cómo elegir el limpiador adecuado para tu tipo de piel
El primer paso para elegir el limpiador ideal es conocer tu tipo de piel: seca, mixta, grasa o sensible. Según Belén Acero, “para pieles secas, buscaremos fórmulas cremosas o en aceite que respeten su hidratación. Las pieles grasas necesitan texturas más ligeras, como geles o espumas con activos seborreguladores. Las pieles sensibles requieren fórmulas suaves sin perfumes ni ingredientes irritantes. Y las pieles mixtas pueden beneficiarse de limpiadores equilibrantes”.
Limpieza para pieles secas y deshidratadas
Las pieles secas o deshidratadas requieren limpiadores que no eliminen su manto lipídico natural. “Las leches limpiadoras, los aceites y los bálsamos son opciones ideales porque eliminan las impurezas sin resecar”, explica Acero. Además, es fundamental que estos productos contengan ingredientes hidratantes como ceramidas, ácido hialurónico o glicerina para asegurar que la piel se mantenga nutrida.
Ingredientes a evitar para pieles sensibles
Si tienes la piel sensible, hay ciertos ingredientes que debes evitar. “Las pieles sensibles deben evitar el alcohol, los sulfatos agresivos (como el Sodium Lauryl Sulfate), los perfumes y los colorantes artificiales”, recomienda la farmacéutica. También es importante tener precaución con los ácidos exfoliantes en concentraciones altas, ya que pueden generar irritación si la piel no está acostumbrada.
Pieles grasas y con tendencia acneica
Para las pieles grasas o con tendencia acneica, la experta en dermocosmética recomienda limpiadores con ingredientes específicos. “El ácido salicílico (BHA) es uno de los más efectivos, ya que ayuda a desobstruir los poros y reducir la producción de grasa”, señala. Otros ingredientes como el zinc, la niacinamida y los extractos de árbol de té también son clave para controlar la producción de sebo y tratar las imperfecciones, gracias a sus propiedades antibacterianas y antiinflamatorias.
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Los limpiadores con ácidos exfoliantes: ¿cuándo son apropiados?
Los ácidos exfoliantes como los AHA (ácido glicólico, láctico) y BHA (ácido salicílico) pueden ser beneficiosos, pero con ellos la precaución lo es todo. “Para pieles grasas y acneicas, los BHA son muy recomendables”, nos explica. En cambio, “en pieles secas o sensibles, los AHA pueden aportar luminosidad, pero siempre en concentraciones adecuadas y con una buena hidratación posterior”. Los ácidos exfoliantes ayudan a renovar la piel, pero es fundamental no excederse en su uso para evitar irritaciones.
Diferencias entre geles, espumas, leches y aceites limpiadores
Existen diferentes tipos de limpiadores según la textura y las necesidades de la piel. Por lo que tienes que tener presente cómo son y para quién se recomienda:
- Geles: ideales para pieles mixtas y grasas, ya que limpian en profundidad sin dejar sensación grasa.
- Espumas: son ligeras y agradables, recomendadas para pieles normales a mixtas.
- Leches: perfectas para pieles secas o sensibles, ya que limpian con suavidad sin alterar la hidratación.
- Aceites y bálsamos: son ideales para la doble limpieza ya que eliminan maquillaje e impurezas sin irritar la piel.
¿Y qué hay de los dispositivos? ¿Merece la pena?
Hoy en día hay miles, desde cepillos de limpieza facial hasta máquinas que potencian el peeling. ¿Es oro todo lo que reluce? No, de hecho, Acero advierte que pueden ser un buen complemento, pero “depende de cómo y con qué frecuencia los uses. Los cepillos rotatorios pueden ser demasiado agresivos, sobre todo en pieles sensibles o con rosácea”. La clave está en usar estos dispositivos con suavidad y no presionar excesivamente.
Errores comunes en la limpieza facial
- “Lavarse la cara solo con agua es suficiente”: falso. El agua no elimina correctamente la grasa ni los residuos acumulados en la piel.
- “Si tengo la piel grasa, debo limpiarla muchas veces al día”: error. Un exceso de limpieza puede provocar un efecto rebote y hacer que la piel produzca más grasa.
- “El maquillaje se elimina solo con agua micelar”: no del todo. El agua micelar es un primer paso, pero se recomienda un limpiador adicional para retirar todos los restos.
- “Los limpiadores con espuma resecan la piel”: no siempre. Existen espumas formuladas con agentes hidratantes que limpian sin alterar la barrera cutánea.