No hay celebración sin vino. Por eso nos hemos encomendado a los maestros enólogos para encontrar algunos de los caldos más top de España. Y siguiendo sus preceptos hemos elaborado una lista a la que podrás echar mano cuando necesites poner la guinda (o mejor la uva) a cualquier comida y/o cena.
Pero antes, permite que te demos unas breves indicaciones que te vendrán muy bien si lo que pretendes, además, es montar una cata improvisada en casa siguiendo todos y cada uno de los pasos obligados. ¿Cómo se cata un vino? Para empezar, lo primero es agarrar bien la copa (siempre por el tallo, para no alterar la temperatura del vino, después) e inclinarla –si puede ser sobre un fondo blanco mejor– formando un ángulo de 25º. En esa primera observación debes ver si el vídeo está limpio, si tiene un color intenso y comprobar la concentración de alcohol que se percibe en esas gotitas que quedan en los laterales de la copa al mover el vino y a las que llaman lágrimas. Cuanto más lentamente caen, mayor será la graduación. Tras esta primera parte visual llega la olfativa. No agites la copa y acércala a la nariz; descubrirás los aromas primarios. Ahora sí, muévela, vuelve a oler y notarás los aromas secundarios. Tras ello, agita otra vez y huele de nuevo para percibir los aromas terciarios. Después, llegamos a la traca final: probar el vino. Así que toma un pequeño sorbo y, sin tragarlo, llévalo de un lado a otro de la boca para que ‘toque’ todos aquellos lugares que alojan los distintos receptores de sabores. Cuando ya lo tragues (o lo escupas), expulsa aire por la nariz para recrearte en las sensaciones que se han quedado tras pasar por la boca. Si los sabores perduran (y te gustan) más allá del minuto, tendrás un vino de gran calidad.
Y, ya sabes, en esto de la cata, como en tantas otras disciplinas, lo importante es participar. Varias veces si es posible. Vamos al lío.