Las tendencias de decoración para 2025 llegan con un enfoque renovado que fusiona la modernidad con la calidez, dando lugar a espacios más acogedores y fluidos. La gran protagonista será la suavidad en las formas, destacándose las curvas y las esquinas redondeadas, que invaden tanto muebles como elementos arquitectónicos.
Este cambio busca generar ambientes más naturales, con un estilo minimalista pero lleno de personalidad, algo que también ha influido en otros sectores como la moda. Las paredes dejan atrás la perfección de la lisura para dar paso a texturas sutiles que aportan profundidad, mientras que los colores cálidos y los materiales orgánicos refuerzan la sensación de confort.
Las formas curvas: una nueva era para las casas
Las formas curvas no son una novedad total, pero en 2025 se consolidan como un elemento clave en el diseño de interiores. Ya sea en las paredes, muebles o elementos arquitectónicos, las esquinas redondeadas aportan una frescura única, creando una sensación de fluidez que reemplaza la rigidez de las líneas rectas.
"Las curvas ayudan a generar una sensación de liviandad, de fluidez, características que conforman un espacio ordenado y continuo. Esta ligereza visual invita a ser admirada y al contrastar con las esquinas rectas o las formas cuadriculadas, se aumenta aún más su singularidad.", comenta José Cortés, CEO de Arenaa Studio.
Este enfoque también permite integrar elementos decorativos de manera orgánica, creando una atmósfera que respira continuidad sin perder su carácter distintivo. La tendencia se refleja especialmente en muebles como mesas, sillas y sofás, además de elementos arquitectónicos como chimeneas y lavabos.
Estas pizas no solo son estéticamente agradables, sino que también mejoran la circulación y el uso del espacio. La eliminación de esquinas agudas hace que los muebles sean más seguros, pero también más acogedores. Son una forma de redefinir la comodidad en nuestros hogares, promoviendo una mayor conexión con el entorno.
Las texturas, una vuelta a lo orgánico y natural
Mientras las curvas conquistan las formas, las texturas están regresando al mundo de la decoración, esta vez de una manera más sutil y refinada. Después de años de ver las paredes lisas y homogéneas, vuelven a ser protagonistas, pero con una mayor conciencia y precisión en su aplicación.
Una de las grandes tendencias es el uso de pinturas con pigmentos arenosos, que crean un acabado sutil pero orgánico, donde la pared ya no se percibe como una superficie perfectamente lisa. Este acabado rugoso pero delicado tiene un aire natural que transmite calidez, convirtiéndose en un elemento clave para lograr espacios más acogedores.
También lo podemos ver en otros elementos del hogar, con el fin de aportar profundidad al espacio. Es un truco ideal para resaltar una zona concreta de la casa, como una escalera o un mueble de obra, transformando elementos ordinarios en piezas visuales de interés. “Después de aprender de nuestros errores con el gotelé, volvemos a creer en las paredes con textura pero de una forma más sutil y eligiendo bien los espacios donde se coloca”, afirma José.
Colores cálidos y tonos terrosos
El regreso de las texturas en 2025 también viene acompañado de una paleta de colores cálidos, que aleja a las casas del blanco habitual y se acerca a tonos más suaves y cálidos. “La pintura en tonos como el beige nos permite aportar calidez a un espacio, dejando atrás el blanco nuclear y avanzando hacia hogares agradables”, afirma el CEO de Arenaa Studio.
Es decir, triunfarán las tonalidades tierra clásicas como los beiges y terracotas, que dejan como resultado habitaciones relajadas y muy apetecibles. Este cambio de paleta de colores también refleja un giro hacia lo natural y lo orgánico, donde los materiales se inspiran en la naturaleza.
La importancia de los materiales naturales
Madera sin tratar, piedra natural, lino, y fibras como el yute y el ratán están ganando protagonismo, ya que evocan un estilo orgánico que prioriza la autenticidad y la calma. Estos materiales no solo aportan una estética agradable, sino que también responden a un enfoque consciente hacia el medio ambiente, al reducir el impacto de procesos industriales y favorecer el uso de elementos biodegradables y reciclables.
Además, en 2025 se prevé un auge en el uso de combinaciones innovadoras de materiales naturales con acabados artesanales, como muebles de madera con detalles en cerámica hecha a mano o textiles teñidos con pigmentos naturales. Esta apuesta por lo natural también conecta con la filosofía del slow living, que busca armonía en los espacios habitables, promoviendo tanto el bienestar personal como un estilo de vida más respetuoso con la naturaleza.