Poco podía imaginar Iria del Río (Barcelona, 1987), que cuando se presentó al casting de Antidisturbios – no se llevó a la ansiada y protagonista Laia, pero sí obtuvo otro papel, el de Nuri–, Rodrigo Sorogoyen, a la sazón director de la serie, la iba a volver a convocar. Y en este caso para darle el papel principal en otro proyecto, Los años nuevos (ya en Movistar Plus+), que cuenta la evolución de una pareja a lo largo de una década.
La actriz y su antagonista, Francesco Carril, presentan y representan el paso del tiempo y del amor, en un recorrido que, visto desde el otro lado de la pantalla, destila química. La interpelamos acerca de dicha complicidad mientras se prueba los looks de la colección Crucero 2025 que Dior ha seleccionado para ella. “Rodrigo no hace castings al uso. Yo les llamo sesiones de trabajo, porque a veces se puede pasar dos horas con alguien y otras dos para ver a dos personas juntas, probar secuencias, hablar, que se conozcan”, explica “Francesco y yo nos sentimos enseguida cómodos el uno con el otro. Y luego es que nos caemos muy bien, me hace reír mucho y yo lo adoro. Eso Rodrigo lo supo ver.”
¿Cómo es Sorogoyen en las distancias cortas?
Solo puedo decir cosas buenas. Trabaja desde un amor, desde una pasión por todo lo que hace... Y, sí, es un director muy exigente, pero de una exigencia bien entendida. Te acompaña en ese proceso de darte cuenta de que puedes ir más allá.
Tu personaje efectúa un recorrido de 10 años a lo largo de la serie. ¿Resultó complicado escenificar el paso del tiempo y los cambios que ello conlleva en las personas?
Nos pasa mucho a los actores, que cuando queremos mostrar esa evolución solemos empezar por lo externo, que se vea el proceso de envejecimiento. En esta ocasión me propuse hacerlo al revés y comenzar por lo interno, qué le ocurre a Ana por dentro y confiar en que, a raíz de ello, varíen sus formas de estar. Decidí que de los capítulos 1 al 5 iba a reparar más en lo que pasa a su alrededor, creando un personaje espontáneo, agarrado a la vida, capaz de proyectar esa energía de querer estar en todos los lados todo el tiempo. En cambio, a partir del episodio 6, mi pretensión fue hacer un viaje introspectivo, que no le interesara tanto lo que sucedía fuera como lo que tenía lugar en su interior. Esta premisa te hace estar de otra manera, mirar de otra manera y escuchar de otra manera. Por supuesto, el maquillaje y la peluquería han ayudado mucho, como también el hecho de haber rodado la serie cronológicamente. Recuerdo llegar al capítulo 8, mirarme en el espejo y ver el cansancio de cuatro meses y medio de trabajo. Eso también contribuye a crear otra serenidad para el personaje.
Ana pasa por diferentes procesos pero, ¿y tú? ¿En qué etapa te encuentras ahora?
Diría que me siento muy aterrizada. Empiezo a entender eso de que acercarse a los 40 es bastante placentero, como que hay algo en mí que se ha tranquilizado. No tengo la necesidad de saberlo todo; quiero entregarme a la vida desde un lugar más de confiar en mí. Y ver lo que me depara.
Tú tuviste ‘otra vida’, la de trabajadora social.
Sí, estudié Trabajo Social y también Derecho, aunque este último no lo terminé. El Trabajo Social tenía dos caras: una muy interesante, la de poder sostener a personas que merecían ser sostenidas y que me pareció muy gratificante, ya que eras consciente de que lo que hacías servía para algo. Y luego estaba la parte frustrante, porque te das cuenta de que el sistema funciona a trompicones, que a ratos las cosas no iban como tenían que ir.
Vayamos con otra historia, la tuya con Dior.
Me vistió por primera vez para ir al festival de Venecia a presentar Los años nuevos. Cuando me enteré que íbamos me hizo mucha ilusión, pero lo siguiente fue el “qué me pongo”. Dior me abrió las puertas para que encontrara algo que me encajara y resultó que los cuatro o cinco looks que me probé parecían hechos para mí. Dior es elegancia, sencillez y carácter, una firma con enorme carisma. Me identifico mucho con ella.
¿Cómo es Iria cuando se apagan los focos?
Pues voy sobre todo a andar, como las señoras mayores (risas). Me encanta. Me pongo mi música y lo mismo me tiro dos horas. Creo que es algo que tiene muchos beneficios, aparte de anatómicamente; es como si te ordenara la cabeza. Cuando camino, de alguna manera entro en un estado meditativo y duermo mejor. Y fíjate que le cogí el gusto a cocinar desde que mi personaje en Los años nuevos acaba dedicándose a la cocina. Aunque es cierto que en mi casa la gastronomía siempre ha sido muy importante. Pero mucho, mucho (risas).
Sabemos que te hiciste íntima de Victoria Luengo en Antidisturbios. ¿Sigues cultivando esa amistad?
Nos conocimos ahí, sabíamos que las dos éramos catalanas y nos teníamos fichadas, así que tomamos café un día y acabamos viviendo un tiempo juntas en Madrid. Es como mi hermana. Tengo varias amigas actrices, porque para mí es un alivio poder hablar con personas y saber que me van a comprender, ya que estamos todas en lo mismo. Hemos aprendido que es mejor estar cerca y cuidarse que no hacerlo.
- Maquillaje y peluquería: Fidel Fernández (Another Artists).
- Realización Piluca Valverde.
- Asistente de fotografía: Javi Blanco.
- Manicura: Nubia Janeth Soacha.