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El término antiaging apareció en la década de los noventa del siglo pasado, cuando el afán por parecer más joven y borrar los signos visibles de la edad (arrugas, manchas, flacidez…) con cosmética, tratamientos estéticos, médico-estéticos o, incluso, cirugía se convirtió en una obsesión. En 2020, el mundo de la belleza da un giro y sustituye el prefijo ‘anti’ por el ‘pro’, cuyo objetivo es mejorar la salud y las condiciones físicas, estéticas y mentales de una manera integral, con la ayuda de tratamientos personalizados y un claro componente holístico.

“En el momento en el que una persona se acepta tal y como es, es cuando realmente disfruta cuidándose y desea mejorar”, asegura Javier Garcés, psicólogo y presidente de la Asociación de Estudios Psicológicos y Sociales. “Los nuevos canales de comunicación horizontal, representados por youtubers e influencers, ya no hablan de soñar con ser otra persona, sino que la aceptación y el autocuidado, tanto interior como exterior, son dos pilares básicos para alcanzar el bienestar”, añade. Unos hábitos saludables pueden aumentar en DIEZ AÑOS la esperanza de vida, según un estudio de Harvard School of Public Health. La nutrición, la actividad física, la disminución de tóxicos como el alcohol o el tabaco, dormir bien y reducir el estrés son fundamentales. En cuestión de piel, una rutina facial completa que incluya limpieza, crema hidratante, activos antienvejecimiento y protector solar nos hará mostrar un grado de envejecimiento acorde a nuestra edad.