Seguro que has escuchado a alguien afirmar que a pesar de todos los esfuerzos que hace en cuanto a alimentación y ejercicio, no consigue adelgazar. Y es que en el proceso de pérdida de peso están involucrados muchos mecanismos que funcionan en el organismo. En concreto, hay dos hormonas que regulan la sensación de hambre y de saciedad y estas están influenciadas por diferentes hábitos. 

"La grelina y la leptina son dos hormonas que desempeñan un papel clave en la regulación del apetito, la ingesta de alimentos y el metabolismo energético. Existe un equilibrio entre estas dos hormonas que se secretan de forma alterna, enviando señales que se traducen en un aumento del apetito, cuando nuestras reservas están medio vacías, y en una disminución de este después de comer", explica la biomédica Laura Llacuna.

El sueño, clave para conseguir regular tu metabolismo

Sin embargo, hay un factor que hace que el equilibrio entre las dos hormonas se pueda desequilibrar muy fácilmente y es la falta de sueño: "Cuando dormimos poco los niveles de estas hormonas se invierten: los de leptina (la que reduce el apetito) bajan y los de grelina (la que aumenta el hambre) suben. Este desequilibrio hace que te sientas más hambrienta", explica la especialista.

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Y sí, esto tiene una explicación, porque nuestro organismo está diseñado para la supervivencia en las condiciones más extremas y no para conservar una estética que se ajuste a cada época histórica. Un estudio llevado a cabo por el fisiólogo José Cipolla Neto, de la Universidad de São Paulo (USP) establece una conexión entre la obesidad y la falta de sueño. 

De este estudio se desprende que es la glándula pineal quien regula los niveles de las hormonas que influyen en el sueño. A medida que va oscureciendo, esta glándula pasa a liberar melatonina hasta alcanzar una concentración máxima, e inunda el cuerpo.

A partir de ese pico, que se produce promediando la madrugada, la concentración de la hormona disminuye y permanece baja durante la mañana y la tarde: los niveles son entonces 10 veces menores que por la noche. En el caso de los seres humanos y de otros mamíferos de actividad diurna, las concentraciones más bajas coinciden con el período de mayor actividad.

Pero hay un hábito, con el que el organismo no contaba que es relativamente nuevo y que está desestabilizando este ritmo tan bien establecido. Es el uso de pantallas cuando nos vamos a dormir.

¿Cómo se regula el metabolismo?

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La segregación de la melatonina está directamente relacionada con los niveles de oscuridad que recibe el cuerpo, si estos se alteran, se altera el nivel de melatonina y aparecen los problemas para conciliar el sueño.

"Con el impacto directo de la luz del móvil, por ejemplo, les estamos dando una señal de luz y vigilia en horas de oscuridad y sueño. O sea, el organismo interpreta que no es la hora de dormir", apunta la biomédica.

Y, ¿qué ocurre cuando no dormimos? Pues que el cuerpo activa su mecanismo de supervivencia: "Cuando se duerme poco, el organismo está cansado y el cerebro recibe señales de que hay que ahorrar energía con lo que te moverás menos. También recibe señales de que hay que buscar más “combustible”. ¿Cómo?, tomando más calorías. La consecuencia es que, si se prolonga esta falta de sueño, tu metabolismo se va haciendo lento y cada vez es más difícil quemar grasas", explica Llacuna.

Por tanto, si notas que con tu dieta y practicando el ejercicio que realizabas habitualmente no estás consiguiendo los resultados esperados, quizás el foco lo tengas que poner en el descanso. Establece unas rutinas rígidas en cuanto a horarios por la noche y evita usar pantallas una vez estés metida en la cama. Sigue estas pautas durante unos meses y notarás la diferencia.