Si en tu imaginario relacionas el lugar con el mítico Café de Rick y con escuchar As Time Goes By tocada al piano por un tal Sam, debes saber que lo encontrarás, pero también, que no es el original.

La película que protagonizaron Humphrey Bogart e Ingrid Bergman se rodó íntegramente en un estudio de Hollywood y se estrenó en 1942, mientras que este establecimiento se abrió el 1 de marzo de 2004 para, precisamente, satisfacer las demandas de los turistas que prefieren seguir creyendo lo contrario. ¡Y quiénes somos nosotros para arrebatarles la ilusión! Pero hay razones mucho más realistas y de peso por las que Casablanca merece una visita y, cuanto antes, mejor, porque se revaloriza por minutos. 

Hay que saber que la ciudad es la más grande de Marruecos, centro económico y comercial donde se sitúa la industria del país y las sedes de las más prestigiosas empresas internacionales. También tiene playa y un clima de excepción que mantiene temperaturas medias todo el año, tanto en invierno como en verano, y por eso es emplazamiento habitual de vacaciones tanto de locales (el surf es otro de sus atractivos) como, en su mayoría, de turistas franceses y de Reino Unido. 

La impresionante y majestuosa Mezquita Hassan II, la única del mundo construida al borde de un océano, con 20.000 m² -que incluyen biblioteca, museo, escuela coránica y hamamm-, es una joya arquitectónica de madera tallada y mosaico, que por sí sola ya merece un viaje de avión.

Y si a eso le añadimos la herencia Art Decó de los años 20 y 30 impregnada en las fachadas de múltiples edificios de la urbe; el obligado paseo por el barrio de Habous, con sus zocos y la pastelería Bennis que cuenta con un horno tradicional donde la gente hace su propio pan o las rutas de arte callejero y graffiti (hay unas 30 obras al aire libre), se convierte en un plan de diez. Además, está solo a una hora de Rabat y a tres y media de Marrackech por lo que merece incluirla en ruta. 

Por si eso fuera poco, desde este año hay una excusa más, y no menos importante, para dejarse caer por la Ciudad Blanca. El pasado mes de abril abrió sus puertas un nuevo hotel de la colección Royal Mansour (Avda. des Forces Armées Róyales, 27), erigido sobre un palacio legendario que fue el primer hotel cinco estrellas de Casablanca, inaugurado en 1953, y en que se hospedaron celebridades como Mohammed Ali, Sean Connery o Charles Aznavour.

Esta nueva apertura ha permitido que se invirtiera también en los barrios de alrededor con el fin de ir mejorando progresivamente la imagen de la capital financiera y convertirla en un reclamo más de Marruecos.

La experiencia Royal Mansour Casablanca comienza en el propio aeropuerto donde espera un  chófer con un Bentley y, como ritual de bienvenida, rocía sobre las manos del viajero, agua de rosas con un pequeño agitador de latón. Un comienzo que augura la convivencia de tradición y modernidad durante toda la travesía.

Esa idea se refuerza al llegar al hotel y ser recibido por el personal (exquisita educación y formación, por cierto), uniformado con originales trajes de toque vintage que recuerda la estética de los filmes de Wes Anderson. El hall también tiene reminiscencias Art Deco que hacen honor a la fama de Royal Mansour y su respeto por la identidad cultural de la ciudad en la que decide instalarse. Incluso los ascensores y sus indicadores redondos con aguja aportan un toque retro y cinematográfico. Todo indica que se ha sido meticuloso en los detalles y que nos esperan muchas sorpresas que a simple vista no podemos detectar. 

Lobby
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Efectivamente, así es. El mural del vestíbulo, una marquetería artesanal del artista Charles Kalpakian, es en realidad un mapa de Casablanca visto desde el aire; justo detrás de él se ha instalado un palmario (terrario + acuario) con más de mil especies; colgando del techo, hay suspendidas 600 siluetas de peces de cristal de Bohemia y, al fondo, vemos un enorme ventanal que deja al descubierto un patio interior, con olivos y palmeras, creado por el paisajista Luis Vallejo.

Y esto no ha hecho más que empezar: aún no hemos ni subido a la habitación. Pero para entonces ya sabemos que en la decoración se han utilizado más de 70 tipos diferentes de mármol; que hay más de 600 obras de arte en todo el edificio y que no podemos dejar de visitar las plantas 5 y 23. ¿Qué ocurre en ellas?

Empecemos por la más alta. Al abrirse el ascensor damos con una pasarela de cristal suspendida en el aire que conecta dos torres como símbolo de encuentro entre culturas. En ella proliferan los selfies de los clientes a lo largo de la estancia.

La pasarela conduce al restaurante La Grande Table Marocaine, un homenaje a la gastronomía marroquí tradicional con toques de vanguardia. Impresionante y no solo por su carta: las vistas panorámicas nocturnas de 360º, con la Mezquita Hassan II iluminada, probablemente sean las mejores de la ciudad. Aconsejamos subir de día (en el rooftop se sirve el desayuno) para apreciar con detalle tanto el skyline urbano como el océano. 

La oferta gastronómica no acaba aquí. Justo en el patio andaluz acristalado de la entrada puedes encontrar dos opciones más. Marruecos fue protectorado francés de 1912 a 1956, por lo que la influencia de nuestro país vecino en Casablanca sigue siendo muy relevante. El chef Eric Frechon, tres estrellas Michelin, dirige La Brasserie, un restaurante de cocina francesa con toques marroquíes. De postre, no olvides pedir una crepe para ver en directo cómo la preparan a la manera tradicional.

La Brasserie
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Si prefieres una opción más exótica, Royal Mansour Casablanca te ofrece Le Sushi Bar, justo enfrente de La Brasserie. Puedes deleitarte con su menú omakase en barra, mesa o terraza. ¿Algo más sencillo? Entra en Le Bar y pide su Sandwich Club, por qué no, acompañado de uno de sus extraordinarios cócteles. Todo bajo la supervisión de Frechon. 

LE Sushi Bar
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Tras la comida, toca descansar un poco. Entre habitaciones y suites hay un total de 149, de 45 a 130 m²; además suites dúplex y triplex y apartamentos privados, de 150 a 220 m², cuyo interiorismo se inspira en 4 temas: moda, literatura, música y cine. Así, puedes elegir dormir entre una colección de vinilos única o al lado de una biblioteca con obras seleccionadas. Y, como cabía esperar, incluyen todo lujo de detalles: desde vestidores con cargador de relojes a enchufes para el móvil ocultos en los cajones o luz nocturna con detector de movimiento. 

habitacion
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¿Y qué nos depara la planta 5? Repartido en dos niveles y con más de 2.500 m2 se encuentra Le Spa. Volvemos a la decoración de mármol y a los guiños Art Deco, pero nada es comparable a su Hammam.

Este tratamiento marroquí ancestral incluye exfoliación, masajes ceremoniales y relajación con los productos con ingredientes naturales y aromas extraordinarios de la línea cosmética MarocMaroc. Una experiencia sensorial e inmersiva, en unas instalaciones exclusivas, que no es solo una vivencia más: es parte del viaje. Sin pasar por el Hammam de Royal Mansour no conocerás del todo Casablanca. 

Le Spa
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