Sassa de Osma, conocida como la “princesa de los Andes”, ha conquistado el mundo del diseño y la moda gracias a su innata elegancia y su habilidad para combinar elementos clásicos con toques contemporáneos. Su estilo personal se caracteriza por un enfoque atemporal que prioriza la calidad, la artesanía y los detalles únicos.

Este mismo sentido de sofisticación se refleja en la decoración de su hogar, donde cada rincón cuenta una historia que mezcla influencias culturales y un gusto refinado por las piezas que trascienden las modas pasajeras.  En cada detalle, desde los objetos decorativos hasta las obras de arte, es evidente su capacidad para crear un ambiente acogedor, sofisticado y lleno de carácter.

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En especial, su salón, que combina de manera magistral una estética atemporal con toques de modernidad, convirtiéndose en un espacio que invita a la calma y a la contemplación. Este rincón de su hogar no solo es funcional, sino que también cuenta una historia: una que mezcla raíces, experiencias y un gusto refinado. 

Las sillas con estructura de madera tallada y estampado ikat en rojo y blanco evocan un aire tradicional, pero con un enfoque contemporáneo gracias al uso de patrones llamativos. Esta fusión se complementa con el diseño arquitectónico de la estancia: molduras blancas que enmarcan las paredes, techos altos y una puerta corredera que conecta los ambientes de forma fluida. Todo esto crea un espacio sofisticado, pero que no pierde la calidez hogareña. 

Textiles con carácter: la firma de un estilo único 

El uso de textiles en el salón merece una mención especial. Los tapizados de las sillas en tonos rojizos son una explosión visual que le da vida a la estancia, como ya te hemos adelantado, mientras que las alfombras persas que cubre el suelo de ambos espacios, añaden una capa de profundidad y textura.

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Este tipo de alfombras, conocidas por su rica paleta de colores y sus intrincados diseños, no solo decoran, sino que también aportan un toque de historia y artesanía al ambiente. También destacan los sofás, especialmente el que es en color mostaza del fondo, sobre el que superponen cojines en tonalidades rojas y granates, creando un contraste visual ideal.

La luz natural como protagonista silenciosa

Una de las características más cautivadoras del salón es la abundancia de luz natural. Es uno de esos requisitos que debemos tener muy en cuenta en nuestro hogar, ya que puede cambiar por completo la forma en la que percibimos la decoración. Las grandes puertas y ventanas permiten que la estancia esté bañada por una iluminación suave que resalta cada elemento.

Esta luz, combinada con la elección de una paleta neutra en paredes y muebles, crea una atmósfera diáfana y serena, dando una mayor sensación de amplitud. Los reflejos en los espejos y marcos dorados y las superficies de madera barnizada refuerzan esta luminosidad, haciendo que el espacio parezca aún más acogedor. 

Detalles decorativos que cuentan historias personales 

En las estanterías empotradas del fondo se puede observar una cuidadosa selección de objetos decorativos, desde libros hasta piezas de cerámica. Cada uno parece haber sido elegido con intención, posiblemente adquirido en algún viaje o heredado de generaciones pasadas.

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En las paredes, el arte también desempeña un papel importante y que vemos representado en varias formas: por un lado, un cuadro con tonalidades rojas más contemporáneo domina una parte del espacio, aportando energía, mientras que un espejo y un cuadro con marco dorado clásico refuerzan el carácter elegante de la sala. 

Colores neutros con acentos vibrantes 

La elección de la paleta de colores es clave en el salón. Las paredes blancas y los muebles en tonos neutros actúan como un telón de fondo para que los elementos decorativos más vibrantes –como los tapizados rojos y las alfombras– brillen con intensidad. Esta combinación no solo aporta calma, sino que también permite que los toques de color resalten y den personalidad al espacio.