El encaje de bolillos de Paloma Beneytez, las prendas tejidas a mano de Sergio Rosa y los bordados lagarteranos de Rocío Lozano reivindican en pleno siglo XXI el talento ancestral de Castilla-La Mancha, región con el mayor número de artesanos en activo de nuestro país y en la que aun perviven técnicas tradicionales y únicas que buscan su permanencia conquistando a las nuevas generaciones: "Lo que queremos es que nuestos artesanos puedan seguir trabajando", cuenta Ana Isabel Fernández Samper, directora general de Turismo, Comercio y Artesanía del Gobierno de Castilla-La Mancha.
"El legado que suponen estos oficios es muy grande. Tenemos que enseñar al consumidor el valor que tienen estas piezas con historia detrás y en las que se invierten meses de trabajo manual", añade. Un propósito que el Gobierno de Castilla-La Mancha anhela conseguir creando la marca de excelencia Legado Artesano de la artesanía de la Comunidad Autónoma y con la que aspira a iniciar un diálogo creativo con otros sectores como el interiorismo o la moda.
Camisa y chaleco bordados a mano de Rocío Lozano (rtesaniarociolozano.es), sujetador bandeau de encaje de Dolce & Gabbana (dolceandgabbana.com), zapatos de puntera de Manolo Blahnik (manoloblahnik.com) y sombrero con hebilla de Roger Vivier (rogervivier.com).
Paloma Beneytez, la pervivencia de un oficio
"Mi abuela hacía encaje de bolillos y me encantaba sentarme a su lado cuando era pequeña. Siempre tuve ese ansia de aprender y un día, caminando por Toledo, vi que daban clases, me apunté y hasta hoy". La vocación consumada de Paloma Beneytez es el paradigma de relevo generacional en una técnica tan laboriosa como el encaje de bolillos. Cuando se cumplen 25 años de su incursión en el oficio es ella quien enseña a otros en su escuela Randa Bolillos. "Me dedico a dar clases por toda la provincia y desde la pandemia también lo hago online. Tengo todo tipo de alumnos: universitarios, gente de 60 e incluso una señora de 82 años que se maneja increíble con el Zoom".
La docencia es la principal fuente de ingresos de la artesana cuyas creaciones de valor incalculable conllevan meses de trabajo. "No hay comprador que te pague todas las horas que hay detrás de una pieza", asegura. A pesar de que el rejuvenecimiento de la profesión será lento, Beneytez confía en el futuro de una técnica que es tradición. "Por fin se está viendo como lo que es: una artesanía y un arte. Hay mucha gente enseñando y aprendiendo... y cada vez más hombres".
Chaleco hecho de encaje de bolillos de Paloma Beneytez (@rondabolsillos). Pendientes de lagartera de Rocío Lozano (artesaniarociolozano.es), Vestido con falda de volumen en seda y tul de Carolina herrera (carolinaherrera.com) y botas viniladas de Steve Madden (stevemadden.com)
Sergio Rosa, entrelazar el folclore
En el pequeño pueblo de Casas de Lázaro, en plena sierra albaceteña de Alcaraz, Sergio Rosa teje a mano los trajes regionales de Castilla-La Mancha, Murcia, Extremadura o Alicante. Quinta generación de tejedores, el artesano continúa el legado familiar regentando el taller que fundó su padre y que lleva orgulloso su nombre, Eustaquio Rosa. "Él supo ver un nicho en los años sesenta u se especializó en el traje regional", cuenta. Ahora, él y su hermano, que aprendieron el oficio jugando, visten a grupos folclóricos y particulares y colaboran con estudios de interiorismo y arquitectura realizando piezas de decoración por encargo. "Lo más fácil es tejer; en dos horas se puede aprender a hacer algo sencillo. Lo complicado es montar la urdimbre; para hacerlo, bien son necesarios años de práctica".
Esa complejidad que lleva perfeccionando durante décadas es una de las razones que dificulta el futuro de una profesión por la que, sin embargo, el albaceteño percibe un interés creciente los últimos tres años. "No gasto ni un kilovatio de energía en el telar porque todo es manual", explica evidenciando una de las razones que ponen el valor su trabajo en el contexto de producción responsable hacia la que se intenta avanzar. Fernández Samper coincide: "¿Qué hay más sostenible que un artesano que utiliza las materias primas disponibles en su zona? Al comprar sus piezas se está apoyando un consumo más responsable y alineado con la sostenibilidad".
Chaqueta tejida a mano de Sergio Rosa (artesania_eustaquio_rosa), Chaleco hecho con elcaje de bolillos de Paloma Beneytez (@rondabolillos), collar de lagartera de Rocío Lozano (rociolozano.com), camisa y falda satinada efecto arrugado de Acen Studios (acnestudios.com) y sandalias de Dolce & Gabanna (dolcegabanna.com).
Rocío Lozano, el arte de embellecer
"En Lagartera se cose en todas las casas y cada madre es una maestra, porque todas hemos aprendido de las mujeres de la familia". Así resume Rocío Lozano la tradición familiar -ella representa la tercera generación- que la llevó a dedicarse a los hilos y las agujas ostentando el título de maestra artesana que otorga la Junta de Castilla-La Mancha. Sus bordados de extremo detalle protagonizan colchas, manteles o toallas e incluso se convierten en prendas de máxima tendencia sobre la pasarela. La colaboración que llevó a cabo con el joven diseñador guadalajareño Juan Carlos Pajares bien lo atestigua.
"Mi oficio es muy lento porque mi trabajo es contar hilos y medir. Hay piezas en las que he invertido de seis a nueve meses. Siempre digo que yo necesito todas las horas del día", asegura esta maestra nacida en la cuna del bordado. "En mi pueblo todas las mujeres vestían de lagarteranas desde que nacían hasta que morían. Y de ahí surgió la idea de comercializar las piezas". La camisa de 'ras' típica de este traje (caracterizada por el plegado horizontal de las mangas y los puños y el cabezón bordado en colores) haría las delicias de Isabel Marant, por ejemplo. En palabras de Fernández Samper, de lo que se trata es de "demostrar que la artesanía es capaz de adaptarse a un lenguaje más contemporáneo e innovador sin perder su esencia".