Cada nueva temporada trae consigo nuevas tendencias y nos toca decidir qué querremos incorporar a nuestro armario. Una de las prendas en las que solemos obtener mayores novedades es en los vestidos. Estos suelen convertirse en mis piezas comodines temporada tras temporada, porque siempre me permiten obtener un look elegante y cuidado, sin necesidad de complicarme mucho la vida.
Sin embargo, mi vestidor no es el de una celebrity o una influencer que parece no tener fondo, y sobra decir que, por supuesto, mi presupuesto tampoco lo es. Así, me suelo ver obligada a hacer un exhaustivo análisis de las tendencias para saber qué incorporaré a mi armario y qué no. Y es que hay dos cosas que tengo claras: no quiero tener prendas que solo me pondré una vez ni quiero hacerme con nuevas adquisiciones simplemente porque estén de moda, no porque me favorezcan a mí.
Este año, he decidido ponerme pronto a fichar algunas tendencias de otoño/invierno y, de este modo, adelantarme incluso a las más fashionistas. Tras mucho reflexionar y analizar, he llegado a la conclusión de que habrá 10 tendencias en vestidos a las que NO me sumaré este año, por mucho que sienta la tentación de hacerlo.
Sobra decir que esto simplemente será mi opinión como periodista de moda pero, al final, lo más importante es que cada una se ponga aquello que le guste y con lo que se sienta guapa y cómoda.
LAS TENDENCIAS EN VESTIDOS QUE NO LLEVARÉ ESTE OTOÑO/INVIERNO
Vestidos denim
En las últimas temporadas las prendas vaqueras y los looks denim on denim han estado en boca de todos. Esto se ha debido a que hemos caído bajo el paraguas de una estética dosmilera que ha dominado el mundo de la moda.
Para mí, las prendas vaqueras son imprescindibles, pero, cuando se trata de vestidos, he de decir que no, que no son para mí. Considero que es un tejido excesivamente rígido como para pretender que se adapte al cuerpo de una forma favorecedora y es muy difícil encontrar uno que realmente sea cómodo de llevar.
Por mucho que me guste verle esta tendencia a otras personas, creo que será complicado encontrar una prenda así que verdaderamente quede bien (aunque ya sabéis que si lo hago, no dudaré en hacéroslo saber).
Cut outs
Los cut outs han estado pegando fuerte en las últimas temporadas y, por eso mismo, yo soy de la opinión de que ya han tenido su momento y de que ya hay que decirles adiós (al menos, durante un tiempo).
Para mí, vuelve a tener mucho que ver la comodidad, porque ¿quién quiere realmente estar pasando frío con un vestido con cut outs? Y, sobre todo, ¿quién quiere tener que estar constantemente pendiente de cómo le quedan los cortes en las distintas posturas que adoptamos a lo largo del día?
Además, tras un verano en el que el lujo silencioso y el Old Money han estado en boca de todos, creo que seguir llevando este tipo de prendas nos hace retroceder en la moda y, si no las llevamos correctamente, podemos acabar restándole elegancia a nuestro estilo.
Vestidos con transparencias
Los vestidos con transparencias pueden llegar a ser preciosos y muy sofisticados, pero hay dos cosas que debemos tener en cuenta para queden bien: el con qué los combinamos y la confianza con la que los llevamos. Los hemos visto en desfiles como los de Blumarine o Alberta Ferreti y sí, pueden quedar muy bien en una pasarela, pero en la vida real, si no los lucimos como hay que lucirlos pueden acabar no sentándonos bien.
Si quisiésemos llevarlos, optaríamos más por una opción parecida a la propuesta en color negro de Alberta Ferretti, que nos resulta más elegante y sofisticada, pero serían prendas que reservaríamos para ocasiones especiales.
Vestidos de piel
Cada cierto tiempo vuelven a aparecer y a mí siguen sin convencerme. Los acabados de piel o polipiel en pantalones o chaquetas son un sí rotundo, pero en vestidos no suelen sentar bien del todo, porque el tejido es demasiado rígido y marca todo. Además, las opciones low cost por las que solemos optar suelen verse de mala calidad a simple vista.
Vestidos cortos con botas por encima de la rodilla
Este tipo de look triunfó allá por el 2014 y parece que está viviendo un renacer. No es que no podamos llevar botas por encima de la rodilla, pero, en nuestra opinión, los vestidos cortos no son la mejor opción para combinarlas. Mejor con vestidos midi que tengan algún tipo de abertura.
Con cuellos extravagantes
En casi todos los desfiles hemos visto este año cuellos extravagantes o detalles maxi en ellos que realmente no le hacen ningún favor a nuestra silueta. Siempre preferiremos aportar volumen a nuestros looks de otras formas, como con mangas abullonadas o pantalones holgados.
De tul
El tul nos parece un material precioso, pero para el verano. El problema de este material es que, al aportar tanto volumen y movimiento a nuestros estilismos, no es sencillo de combinar y superponer con prendas de abrigo porque tienden a darles una apariencia abultada o sobresalen de ellas de una forma extraña que no termina de quedar bien.
Con detalles maxi
Lo mismo ocurre con los detalles maxi, como las flores o los lazos. Sí, quedan muy bien cuando llevamos solo el vestido, pero cuando empezamos a añadirle prendas, todo se complica. Nos sigue gustando llevar estos detalles coquette pero, en invierno, mejor de una manera más sutil.
Con acabado metalizado
De forma similar a los acabados en piel, los vestidos metalizados no son para nosotras. El problema es exactamente el mismo: como las opciones que se adaptan a nuestro presupuesto no suelen ser de muy alta calidad, al final, el vestido acaba marcando todas esas zonas que querríamos disimular, además de presentar siempre grandes pliegues y arrugas. El toque metalizado es muy cool, pero preferimos reservarlo para pantalones, bolsos u otros accesorios.
De colores que no nos sienten bien
Todos cometemos un error temporada tras temporada, y es ponernos vestidos de colores que no nos favorecen simplemente porque están de moda. Pasó con el verde Bottega y con el rosa barbiecore de Valentino, y seguramente este año vuelva a pasar. En mi caso, al ser tan pálida en los meses de frío, el buttermilk yellow o amarillo mantequilla que ya está popularizándose tanto, no me sienta nada bien y prefiero optar por otros colores en tendencia, como el rojo cereza, el verde oliva o el berenjena.
Esto, por supuesto, es muy personal y dependerá de la colorimetría de cada uno, por lo que lo mejor será realizar un análisis de esos colores que nos sienten mejor y sumarnos a los colores tendencia que verdaderamente nos favorezcan, no solo a los que se hagan virales.