Madonna ha sido una de las estrella de Hollywood más polémicas, y no solo por protagonizar uno de los triángulos amorosos más comentados.
Además de sus temas personales, su fama se mantiene como el primer día por toda su carrera profesional. De hecho, el próximo 18 de mayo actuará en Eurovisión, dentro de la promoción del su nuevo disco Madame X.
Pero echando la vista atrás, hubo otro momento en la vida de la cantante del que, por muchos años que pasen, nadie se olvidará.
En 1995, John F. Kennedy Jr. fundó la revista George, una publicación mensual brillante que diseccionaba la política y la cultura pop, al estilo de otras revistas como Esquire o Rolling Stone. Sin embargo, para poder relacionar los dos temas aparentemente dispares, a JFK Jr. se le ocurrió hacer emblemáticas portadas para sus números.
Entre otras celebs del momento, Cindy Crawford posó para la portada del primer número de la revista vestida como George Washington (pero un poco más sexy y femenina). En otras, Harrison Ford posó como Abraham Lincoln y Drew Barrymore como Marilyn Monroe.
LA PROPOSICIÓN RECHAZADA DE JOHN F. KENNEDY A MADONNA
En un momento dado, la inspiración de John F. Kennedy fue más allá, y se le ocurrió que Madonna apareciera en una de las portadas emulando a su propia madre, Jacqueline Kennedy Onassis.
¿Y por qué querría que fuera Madonna quien protagonizara la portada? Pues ni más ni menos que porque en ese momento se rumoreaba queambos mamtenían un affaire sentimental.
El concepto, según Esquire, era hacer una foto de portada en la que la reina del pop se pareciera tanto a Jackie O. que los lectores no pudieran notar la diferencia a primera vista.
Pero, por desgracia para todos, Madonna no aceptó la propuesta.
“Querido Johnny Boy”, escribió ella en respuesta a la petición, “gracias por pedirme que represente a tu madre, pero me temo que nunca podría hacerla justicia. Mis cejas no son lo suficientemente gruesas, por ejemplo”.
La historia dice que Madonna y JFK Jr. se conocieron en una fiesta en 1985, y supuestamente, comenzaron a verse en secreto tres años más tarde, cuando la cantante se separó de su entonces marido Sean Penn.
Lo que hace que esta historia sea aún más fuerte es que Jackie Kennedy no fuera precisamente una fanática de Madonna, ya que el uso que hacía la cantante de cruces e iconografía católica no le agradaba a la más icónica primera dama de los Estados Unidos.
El cuento amoroso entre la reina del pop y el heredero político acabó en fracaso, aunque lo que sí llegaron a ser fue grandes amigos (porque sino a nadie se le hubiese ocurrido pedir a Madonna que se hiciera pasar por su madre).