Ya sabemos que consumir frutas y verduras todos los días, en cualquier época del año, es muy beneficioso para nuestra salud. Algunas como la naranja o las espinacas nos aportan ese extra de vitamina C y son una fuente de hierro y antioxidantes.  Incorporar estos ingredientes en tu dieta diaria puede ser un truco profesional para mejorar nuestro bienestar general.

Aunque, a veces, los trucos de abuela y la cocina tradicional son equiparables a cualquier recomendación profesional, sobre todo si queremos combatir el frío del invierno. Las recetas y remedios caseros de toda la vida, con ese toque nostálgico, son clásicos que no fallan para mantener el cuerpo y el alma calentitos.

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Uno de ellos son los caldos de huesos, un plato estrella del invierno y de la temporada navideña, que aportan a nuestra salud todo lo que necesitamos, y no solo en cuestiones de alimentación. Y cuando crecemos, nos damos cuenta de por qué los caldos eran el gran remedio de nuestras abuelas y, posteriormente, de nuestras madres, ante cualquier malestar. Qué razón tenían

Y, pese a parecer una método de tortura, no te sorprendas si, a partir de ahora, ves a alguien sudando la gota gorda por tomar un caldo calentito en pleno agosto a 30 grados porque ya te adelantamos que no solo deberías consumirlo cuando hace frío. Con ayuda de una experta en nutrición, te contamos las tres razones clave.

Las 3 razones por la debes tomar caldos en invierno y todo el año

Su valor nutricional y sus beneficios para la salud lo han convertido en una joya de la gastronomía de invierno, sin embargo, esto es solo la punta del iceberg. 

1. Aporta beneficios nutricionales

Los caldos, esa receta tan versátil, ya que pueden prepararse de distintas formas a base de vegetales, carne, huesos o pescado, en la que todos pensamos cuando más frío hace, son mucho más beneficiosos de lo que todos pensamos.

Salena Sainz, nutricionista y fundadora de Naturae Nutrición, nos explica por qué deberíamos de tomarlos durante todo el año y no solo en invierno: “Gracias a los caldos podemos obtener una gran variedad de nutrientes esenciales de forma muy fácil. Por ejemplo, los caldos de hueso contienen minerales como calcio, magnesio y fósforo, fundamentales para la salud ósea, y los caldos vegetales pueden ofrecer vitaminas como la A, C y K necesarias para el sistema inmunológico”.

Su composición líquida, que cuenta con altos niveles de colágeno debido a la gelatina presente en los huesos, “son digeridos con facilidad, lo que ayuda a calmar el estómago y a mejorar la absorción de nutrientes”, menciona la nutricionista. 

No obstante, tal como explica la experta en alimentación, este plato que combina tradición y modernidad nos puede ayudar a controlar el apetito y reducir la ingesta calórica total sin sacrificar nutrientes, incluso en aquellos que son bajos en calorías.

2. Es esencial para la juventud de nuestro cuerpo

Siempre hablamos de cremas y sérums para tratar el envejecimiento y lograr un aspecto de la piel mucho más bonito. Sin embargo, uno de los aspectos clave para ‘parecer más joven’ es la alimentación. Y no hablamos de platos super elaborados ni que incluyan super ingredientes difíciles de conseguir, sino de recetas de toda la vida como los caldos.

“Especialmente, el caldo de huesos es un gran aliado para la juventud de la piel, pues es rico en colágeno, una proteína clave para mantener la elasticidad y firmeza de la piel, y en consecuencia, ayudar a reducir las arrugas, ojeras y otros signos de envejecimiento”, expresa Sainz.

Pero no es solo colágeno lo que los caldos pueden ofrecernos, ya que poseen un gran poder hidratante, fundamental para la apariencia de la piel. “Su consumo hará que nuestra imagen mejore, ya que trabajaremos nuestra belleza desde el interior lo que se trasladará a nuestro exterior”. ¿Se van a convertir los caldos en un nuevo integrante de nuestra rutina de skincare?

Y ya no solo es beneficioso para nuestra salud cutánea, la exterior, sino también para la interior, ya que contiene aminoácidos, los cuales aportan propiedades antiinflamatorias. La especialista en Nutrición Clínica nos revela que “esto no influye solamente a no sentirnos tan hinchados tras las comidas, también es esencial para la salud de las articulaciones pues ayuda a prevenir dolores y otros problemas relacionados con el desgaste articular”. 

3. Aporta confort y bienestar emocional

En cuanto llega el frío, ¿a quién no le apetece un caldito de su madre o abuela? Más allá de la nutrición, el consumo de caldos también tiene consecuencias emocionales: por un lado, por esa asociación inconsciente a la familia y, por otro, por esa sensación automática de bienestar, acompañada de esa impresión ‘quita frío’.

“Tomar alimentos calientes tiene su efecto reconfortante, no solo en los meses más fríos, también en los momentos estresantes. Esta sensación de calidez contribuye a nuestro estado de ánimo, convirtiéndolo así en un plato no solo bueno para el cuerpo, también para la mente”, reflexiona Sainz.

Lo que nos queda claro es que los caldos en general, y el de huesos en específico, son una receta fácil y deliciosa que nos aporta beneficios a todos los niveles. Mejor que cualquier plato de alta cocina, mejor que cualquier crema antiarrugas, mejor que cualquier abrigo en invierno. Y por eso no pueden faltar en tus menús semanales. ¿Te animas a prepararlos también en verano?