Si de algo no hay duda es de que Kate Middleton es un icono de estilo para los británicos, pero su armario no pasará a los anales de la historia como revolucionario. No es de extrañar, por ende, que su maquillaje no se caracterice por ser estrambótico, pues las normas de la casa real británica establecen que este ha de ser natural y sosegado. Este protocolo dictamina, por ejemplo, que la manicura ha de ser siempre en tonalidades naturales. Al igual que la Reina de Inglaterra es fiel desde hace tres décadas al color Ballet Slippers, de la firma Essie, tras hablar su estilista con la marca en 1989 para pedir una laca de este color, Kate confía en esta asequible firma para su manicura. Frente al rosa empolvado de la reina de Inglaterra, ella prefiere la tonalidad Allure, por la que apostó el día de su boda y que es ligeramente más clara que la de la abuela de su marido.
Se maquilla apostando siempre por tonalidades tierra, que realzan sus facciones y que abogan por la naturalidad que el protocolo real exige. Antes era adepta a las sesiones de spray bronceador St. Tropez, pero cuando se quedó embarazada de Charlotte, optó por apostar por los polvos bronceadores con partículas brillantes de Bobbi Brown.
En definitiva, Kate Middleton es seguidora de muchos de los básicos de tu neceser. Ahora que sabemos que las normas de la casa real abogan, como era de suponer, por la naturalidad, es de esperar que Middleton jamás tenga en sus manos la paleta de sombras de ojos Galaxy de Rihanna para Fenty Beauty. Alguna ventaja tenía que ser plebeya, ¿no?