Valentina Zenere (Buenos Aires, 1997) es un torbellino de talento que trasciende fronteras. Con una carrera que despegó a los 13 años en la serie Casi ángeles, su nombre se consolidó en el imaginario colectivo como Ámbar Smith, la villana de Soy Luna (Disney Channel Latinoamérica). Tres temporadas, giras musicales y sendos premios la confirmaron como un fenómeno internacional. Pero Valentina no se conformó, tenía ganas de comerse el mundo y en 2020 cruzó el Atlántico para sumarse al elenco de Las chicas del cable (Netflix) y, desde 2022, brilla como Isadora Artiñán en Élite, un personaje que deja clara su versatilidad a la hora navegar entre la comedia y el drama.
Actriz, cantante y modelo, Zenere encarna la esencia de una artista multifacética. “Siempre quise ser actriz. Lo tuve muy claro desde que era pequeña. Es algo que vino conmigo”, admite con esa seguridad que la caracteriza. Su traslado a Madrid a los 21 años —”con un deseo inmenso de descubrir cosas nuevas y de comerme el mundo”— marcó un punto de inflexión. Hoy, entre proyectos en España y Argentina, ha encontrado un equilibrio vital que se refleja en su refugio madrileño: un hogar minimalista y acogedor diseñado con la complicidad de Westwing.
Cortesía de Westwing
La casa de Valentina Zenere: Un refugio íntimo entre luces tenues
“Esta es la tercera casa en la que vivo en Madrid, y llegó en un momento en el que dejé atrás muchas cosas. Para mí, representa el comienzo de sentir que finalmente he encontrado un hogar completamente mío aquí”, explica Valentina. El espacio, de líneas limpias y tonalidades cálidas, es un diálogo entre la serenidad y la memoria emocional. “Me da la sensación de que en esta casa he vivido muchas cosas personales, donde he crecido y llorado un montón. Somos como compañeras”, reflexiona.
Aunque su perro —un gran danés llamado Tango— desafía diariamente la paleta crema que domina la decoración, Valentina defiende su elección: “Me gusta mucho lo simple, lo clarito. Creo que lo sencillo muchas veces es más, incluso mucho más”. El salón, su zona favorita, es el corazón del hogar. Allí, el sofá Eliot de Westwing —convertible en cama— se erige como testigo de noches de cine con amigos, charlas íntimas y siestas con su mascota. “Me encanta el momento de tirarme a dormir con mi perro aquí. Este espacio dice mucho de mí”, confiesa.
Cortesía de Westwing
Minimalismo con alma: La elegancia de lo esencial
El estilo de Valentina es un reflejo de su personalidad: práctico, cálido y sin pretensiones. “Empecé a preocuparme de que el espacio que ocupo esté lleno de cosas que realmente me gusten”, afirma. En su hogar, cada pieza cumple una función estética y emocional. Además del sofá Eliot, destaca su cama y sus libros, que pueblan estantes y mesas con discreción.
Cortesía de Westwing
Admite que al comienzo tuvo algunos problemas con el orden, lo cual terminó siendo una anécdota divertida. “Cuando me mudé empecé a poner todo bonito y en ese intento de perfección pensé: ‘Voy a tener todo etiquetado'. Me faltaba etiquetarme a mí misma: 'pierna izquierda' y 'pierna derecha'. Imaginaos, me pasé hasta las 3 de la mañana etiquetando la pasta y los minutos de cocción en letra más pequeña abajo, y cortándolo con tijeras. No os lo podéis ni imaginar, una performance increíble”.
Eso sí, cree que lo que sucede en el baño de una mujer cuenta una historia muy personal. “El momento del baño femenino me parece que dice mucho. Vas, te maquillas, y cuando vuelves, está hecho un desastre, con maquillaje por todos lados. Eso me parece que refleja mucho. El mío, como siempre voy con las prisas, casi siempre está desordenado”.
Cortesía de Westwing
Cortesía de Westwing
Con todo el ajetreo de su vida como actriz, Westwing ha sido su aliado en esta búsqueda de equilibrio y se confiesa enamorada de sus piezas, con un diseño funcional que prioriza la versatilidad. La marca, conocida por su enfoque slow living, le ha permitido crear un entorno donde el lujo se mide en bienestar: “Ahora soy mucho más cuidadosa con mi espacio. Aunque dejo que venga todo el mundo, en los momentos más íntimos somos muy pocos”.
Personalidad entre objetos: Confesiones de un hogar
Valentina no oculta su lado hedonista. “Ese momento en el que terminas el día muy cansada, te pides empanadas y un postre, y te quedas sola con tu serie” es su guilty pleasure y delata a una mujer que valora la autenticidad.
Cortesía de Westwing
Cortesía de Westwing
Si su casa hablara, diría que es el retrato de una artista en constante evolución. Entre viajes a Argentina para ver a sus amigos y familia, y proyectos en España, Valentina ha aprendido a habitar el presente. “Ahora se puede decir que soy un poco de los dos lados”, concluye. Y en ese equilibrio, su hogar madrileño es un testimonio de crecimiento, risas y esa intimidad que solo se construye con tiempo.