Eugenia Osborne se ha convertido en los últimos años en toda una sensación en redes sociales, compartiendo looks de moda, tips de fitness, belleza, recetas, viajes y un estilo de vida envidiado por muchas. La segunda hija de Bertín Osborne se ha convertido en un referente de estilo y de una elegancia que inunda todos los ámbitos de su vida. Compartiendo pequeños fragmentos de ella, no solo sus seguidoras pueden conocerla más sino que, además, pueden tomar inspiración en distintos ámbitos.
Uno de ellos es la decoración. Eugenia parece prestar muchísima atención al detalle, tanto en sus estilismos como a la hora de crear los espacios que habita. Algo que parece haber aprendido de sus abuelos, pues la casa familiar de los Domenecq en Jerez de la Frontera es una auténtica joya. Una vivienda de estilo clásico, donde ella y sus hermanas suelen pasar los veranos y las fechas especiales, como la Navidad. Un lugar inundado de recuerdos, de fotos familiares, y de pequeños homenajes a su madre, Sandra Domenecq, quien falleció en 1991, pero cuyo recuerdo tienen presente cada día.
En una de sus últimas publicaciones, la creadora de contenido ha compartido el salón comedor de la vivienda, mencionando las ganas que tenía de volver a reunirse con su familia en Nochebuena. De un estilo clásico y tradicional es, sin duda, una estancia única y majestuosa.
El imponente salón tradicional de Eugenia Osborne
Alejándose del minimalismo que ha reinado en la decoración de las celebrities en los últimos años, la casa Domenecq es un oasis de tradición. Un lugar en el que la sofisticación se convierte en protagonista y en el que no falta ningún detalle. En su salón comedor, la gran mesa de madera ocupa el lugar central. Algo que no debería ser una sorpresa, pues seguro que ha sido el escenario de infinidad de reuniones familiares, comidas, risas y buenos momentos. A su alrededor se disponen doce sillas tapizadas con estampado geométrico en tonos grises, blancos y rojizos.
Sobre los ventanales, vemos unas largas cortinas que complementan los detalles rojos de las sillas a las perfección. Diseñadas en color granate, el tono tendencia del 2025, derrochan elegancia y son totalmente atemporales.
Pero, si hay algo que llame la atención son las imponentes lámparas joya que vemos en los techos altos. Con diseño de araña, con cristales colgantes, contribuyen a esa estética tradicional que caracteriza al salón y a iluminar la estancia de forma refinada, creando un ambiente cálido. Algo a lo que parece ser que la familia ha de dar mucha importancia, pues también vemos candelabros sobre las mesas y unos antiguos faroles en las paredes, que son una muestra de la larga historia del hogar.
Al fondo, se aprecia un armario con vitrina, que seguro que nos recuerda al que nuestras propias abuelas tenían en sus casas para almacenar copas, vajilla o incluso libros.
La familia como el corazón de la vivienda
Si algo podemos saber de Eugenia Osborne a través de su cuenta de Instagram o de sus apariciones en eventos es que la familia es el centro de su vida. No son pocas las instantáneas que la jerezana comparte de sus seres queridos. Así, según hemos podido ver en algunas de sus fotos, la casa Domenecq está llena de cuadros y marcos con fotografías entrañables.
El salón lo preside un cuadro de su madre, Sandra, pintado por su hermano, el pintor Cristian Domenecq. La hija de Bertín contó que su tío lo había realizado con 16 años y que estaba inspirado en La joven de la perla, de Johannes Vermeer. Bajo este vemos una mesita auxiliar sobre la que se sitúa un jarrón con motivos florales muy delicado.
En otra de sus publicaciones, Eugenia nos enseña otro rincón del salón, también plagado de pinturas y fotografías familiares. Una imponente chimenea que probablemente se convierta en el centro neurálgico del hogar durante los días más fríos del invierno y sobre la que han colocado hojas navideñas.
En esta zona, el suelo de mármol y el mobiliario de madera potencian la estética tradicional de la casa. Una vivienda de las de siempre, cuya decoración refleja la infinidad de recuerdos vividos y cuyas paredes podrían contar miles y miles de historias.