Las familias felices no hacen buena televisión, y eso es un hecho, o al menos es lo que puedo confirmar después de haber visto miles de series que hablan sobre la historia de un legado. Dinastía es un buen ejemplo de que los líos familiares son mucho mejores, o incluso Las chicas Gilmore. Sin embargo, las que nos enganchamos a los buenos dramas como Downton Abbey sabemos que hay una que cumple con todas nuestras expectativas.
HBO Max
Y no está en Netflix, sino en HBO Max (o MAX). Desde su lanzamiento, esta serie se ha convertido en una de las más vistas temporada tras temporada. Ha conquistado crítica y público a base de puñaladas traperas, giros inesperados y un retrato brutal del poder y la ambición.
Creada por Jesse Armstrong y con cuatro temporadas en su haber, esta historia habla de una familia de magnates de los medios. En drama familiar con dosis de humor negro, diálogos tan afilados como un contrato de cláusulas abusivas y personajes que son tan terribles que no puedes dejar de verlos.
Succession, la serie de la familia Roy
La serie sigue a la familia Roy, dueña del imperio mediático Waystar Royco, un conglomerado de noticias, entretenimiento y parques temáticos. El patriarca, Logan Roy, es el tiburón más despiadado de Wall Street. Su salud comienza a deteriorarse, lo que desata una guerra sin cuartel entre sus hijos, todos hambrientos por ocupar su trono. Y aquí es donde empieza el caos absoluto.
Los Roy no son una familia normal. No se abrazan en Navidad, no se apoyan mutuamente y no confían en nadie más que en sus abogados. Son ambiciosos, calculadores y dispuestos a traicionarse entre sí si eso significa conseguir el poder. Cada temporada es una batalla para ver quién logra manipular, engañar y sobrevivir en este juego de tronos corporativo, mientras Logan observa desde su despacho, esperando ver quién se hunde primero.
El reparto de Succession lo es todo
Y sinceramente… No exagero.
- Brian Cox como Logan Roy. El patriarca. El rey indiscutible. Frío, calculador y con una sola misión: asegurarse de que ninguno de sus hijos sea lo suficientemente fuerte para reemplazarlo. Es despiadado, manipulador y siempre un paso por delante. Pero sus hijos tampoco se quedan atrás.
- Kendall Roy (Jeremy Strong). El eterno heredero en espera. Quiere demostrar que es digno del puesto, pero sus problemas con las adicciones y su tendencia a la autodestrucción juegan en su contra.
- Siobhan “Shiv” Roy (Sarah Snook). La más astuta y políticamente ambiciosa de la familia. Durante años se ha mantenido al margen del negocio familiar, pero cuando ve una oportunidad de poder, no duda en ir a por ella.
- Roman Roy (Kieran Culkin). El hermano sarcástico y aparentemente despreocupado. Es el típico niño rico que se cree intocable, pero debajo de su cinismo se esconde alguien mucho más complejo.
- Tom Wambsgans (Matthew Macfadyen). El outsider convertido en tiburón. Tom, el esposo de Shiv, empieza siendo un simple escalador social, pero acaba siendo uno de los jugadores más peligrosos del tablero.
- Connor Roy (Alan Ruck). El mayor de los Roy y el más desconectado de la lucha por el trono. Su mayor aspiración es ser presidente de los Estados Unidos (spoiler: no lo consigue).
HBO Max
A lo largo de cuatro temporadas, la serie nos lleva por una montaña rusa de traiciones, alianzas frágiles, escándalos y decisiones empresariales que harían temblar a cualquier CEO. Todo con un guion afilado, una dirección impecable y actuaciones que rozan la perfección.
Por qué deberías ver Succession
Porque es Shakespeare con trajes de Brioni
Si Juego de Tronos era Macbeth con dragones, Succession es El rey Lear con yates, aviones privados y peleas en despachos de mármol. Aquí no hay espadas ni veneno, pero hay contratos, filtraciones y frases que duelen más que una daga en la espalda.
Porque el guion es una obra maestra
Jesse Armstrong (el creador) tiene un talento especial para escribir diálogos que son, a la vez, poéticos y brutales. Las conversaciones en Succession son un deporte de contacto: frases afiladas, insultos sofisticados y momentos de humor negro que te hacen reír cuando no deberías.
Porque los personajes son horribles… y no puedes dejar de mirarlos
Nadie en Succession es bueno. Ni siquiera hay alguien menos malo. Son egoístas, manipuladores y profundamente dañados. Y, sin embargo, es imposible no sentir cierta compasión por ellos. En el fondo, la serie es un estudio sobre la miseria emocional de la gente más privilegiada del mundo.
Porque es una clase magistral de actuación
Lo he dicho antes, pero lo repito porque es importante: el reparto de Succession no actúa, vive los personajes. Hay momentos en los que Jeremy Strong (Kendall) transmite más con una mirada que muchos actores con un monólogo entero.
Porque no hay mejor final de episodio que uno de Succession
Si crees que puedes ver solo un capítulo antes de dormir, piénsalo otra vez. La serie tiene un don para acabar cada episodio con un giro o una frase que te deja con la boca abierta y el corazón en la garganta.
Porque redefine el concepto de familia tóxica
Si crees que en tu casa hay dramas, espera a ver cómo los Roy destruyen el significado mismo de la palabra familia. Aquí la traición es un lenguaje y la lealtad, una moneda de cambio.