Mucho se ha escrito acerca de por qué el estilo de Diana de Gales nos sigue fascinando más de dos décadas después de su muerte. Las razones son numerosas y variadas, y aunque sin duda su trágico final en un accidente de tráfico en París ha contribuido a avivar su leyenda, basta con tirar de hemeroteca para afirmar que su influencia en la moda sigue más que vigente. En sus primeros años, cuando muchos tacharon su armario como sinónimo de mal gusto, en realidad Diana se adelantaba al furor por las prendas recatadas con un regusto ‘abuelil’ que tan de moda están ahora: cárdigans de punto, cuellos bebé, vestidos aniñados y motivos naíf que bien podrían ser el punto de partida de las colecciones que han triunfado las últimas temporadas. Después, a medida que su conocimiento de la moda evolucionaba y su vida en palacio se iba enmarañando sin remedio, Diana hizo de su armario un canto al atrevimiento sin renunciar a la sofisticación: vestidos ajustados, escotes atrevidos y cortes dignos de la elegancia propia de la realeza.
Esa capacidad de reflejar su evolución personal a través de la moda es una de las claves de su éxito. También su uso magistral de las prendas para mandar mensajes. Del escarmiento a su marido con su icónico ‘vestido de la venganza’ tras hacerse pública su infidelidad hasta el aparentemente inocente jersey con una oveja negra estampada; cada elección estilística tenía detrás una razón de ser. Eso sumado a su predilección por grandes diseñadores y la inestimable ayuda de Anna Harvey –editora del Vogue británico, además de su estilista y confidente– la llevaron a dejar de ser la tímida Diana de sus comienzos a una de las figuras más inspiradoras de la moda del siglo pasado. Aunque podrían ser muchos más, estos 10 looks sirven como prueba fehaciente:
El ‘vestido de la venganza’
La noche del 29 de junio de 1994, Diana de Gales cambió el vestido que iba a lucir en la gala de la Serpentine Gallery en el último momento. Se dice que iba a llevar un Valentino, pero cuando se enteró de que su marido iba a confesar ese mismo día su affaire con Camila Parker-Bowles ante las cámaras de televisión, la princesa prefirió recurrir a la sensualidad y determinación de un vestido negro de escote corazón y hombros al aire firmado por Christina Stambolian. El diseño, con el que Lady Di buscaba estar “arrebatadora”, según contaría después su estilista, pasó a la historia como el ‘vestido de la venganza’, un símbolo de la mujer empoderada que no está dispuesta a quedarse en casa llorando la traición de su marido. Casi tres décadas después de aquello, el ‘revenge dress’ sigue inspirando a numerosas celebridades, que han apostado por lucir atuendos sexys y explosivos tras romper con sus parejas. Ahí están las versiones del concepto de Bella Hadid, Katie Holmes o Shakira, que llevó un vestido similar al de Diana al pasado Festival de Cannes, días antes de hacerse público el fin de su matrimonio con Gerard Piqué.
El look deportivo definitivo
Una vez que las mallas de ciclista han vuelto a ser tendencia desde hace varias temporadas resulta imposible no recuperar aquellas imágenes del archivo fotográfico de Lady Di vistiendo esta prenda combinada con sudaderas amplias, zapatillas de estética feísta y calcetines a la vista. Era el atuendo con el que los paparazzi solían capturarla al salir de su rutina de ejercicios del Chelsea Harbour Club, al oeste de Londres, a mediados de los 90. El mismo que hoy podría inspirar a Kim Kardashian o Bella Hadid, firmes defensoras de esta combinación, y que incluso fue referenciado en el desfile que Virgil Abloh, añorado director creativo de Off-White, dedicó al estilo de Lady Di, musa de su colección primavera-verano 2018 para la firma.
El vestido lencero más sensual de Diana de Gales
Nadie esperaba que Diana de Gales se dejara ver en la gala Met, la velada organizada por el Museo Metropolitano de Nueva York, el primer lunes de mayo de 1996. Nadie, a excepción, de la todopoderosa Anna Wintour y John Galliano, que había diseñado el vestido que luciría en tan sonada ocasión. El director creativo de Christian Dior por aquel entonces, figura homenajeada en la edición, creó para ella un atrevido slip dress azul noche con escote de encaje negro. Un diseño como el que hoy podríamos ver en el escaparate de cualquier tienda o sobre la pasarela. Diana lo acompañó con una de sus grandes joyas: el espectacular collar de siete cadenas de perlas con zafiro central que había pertenecido a la Reina Madre (el mismo que también llevó el día del 'vestido de la venganza').
El vestido de novia que batió récords
El diseño firmado por David y Elizabeth Emanuel que la princesa lució el día de su boda con Carlos de Inglaterra rompió todos los récords: llevaba la cola más larga jamás vestida por la realeza (algo más de 7,6 metros). Un dato que obligó al dúo de diseñadores a cambiar su estudio de Mayfair por un ala abandonada del palacio de Buckingham, donde tenían el espacio suficiente para dar forma a la creación. Con esa premisa no es de extrañar que el diseño sea considerado uno los vestidos de novia más influyentes de la historia. Si bien pocas novias actuales se atreverían con una falda de tafetán tan exagerada como la de Diana, las mangas abullonadas sí son una de las grandes tendencias nupciales de la actualidad. No en vano fue una de las primeras bodas televisadas y el enlace más visto del siglo XX, por lo que su influencia en las novias que la siguieron es innegable.
El jersey de ovejas reeditado
De todos los jerséis y cárdigans que la princesa lució en los 80 y los 90 –y la lista es bastante larga– el jersey rojo con ovejas es uno de los más icónicos. Tanto es así que forma parte de la colección permanente del Museo Victoria and Albert de Londres y su éxito logró que hace un par de años la marca responsable (Muir & Osborne –entonces conocida como Warm & Wonderful–) volviera a reeditarlo. Como contaron desde la propia firma, “la madre de uno de los pajes de su boda se lo regaló a Diana y ella tuvo el sentido del humor suficiente para ponérselo”. El diseño, de color rojo y repleto de ovejas blancas, contaba con una de color negro en el frontal. De ahí que las lecturas sobre el mensaje que quiso lanzar fueran infinitas. Más aún teniendo en cuenta que, en una ocasión, la princesa lo lució junto a Sarah Ferguson, que tras su separación del príncipe Andrés fue tachada por muchos como la gran ‘oveja negra’ de Windsor.
El vestido ‘Elvis’ de perlas
Dicen que fue la propia Diana la que bautizó con el sobrenombre de Elvis el vestido recubierto con perlas con bolero a juego con el que se dejó ver en su visita a Hong Kong en 1989 (y que volvería a llevar en los Fashion Awards). Se trata de un diseño de Catherine Walker, otra de sus creadoras fetiche, que ha pasado a la historia como uno de los más recordados y protagonista, incluso, de una muñeca que Diana de Gales. Sin embargo, como desveló Tina Brown, autora de la biografía Las crónicas de Diana, la propia Lady Di calificó de “error” aquella elección estilística años más tarde. Al parecer, al hacer limpieza de su armario en los 90 para donar algunos de sus looks a una subasta benéfica, la princesa aseguró que no le convencía. La idea original se basaba en que tuviera inspiración asiática, pero ella acabó llamándolo el vestido de Elvis por su marcado cuello chimenea.
Los pantalones rosas de cuadros vichy
Los cuadros vichy son un clásico que regresa todos los veranos y el modelo en rosa y blanco que lució Diana de Gales ha sido versionado hasta la saciedad por las grandes cadenas. La princesa los lució en varias ocasiones, siendo un look protagonizado por camisa blanca, chaqueta rosa y los mencionados pantalones el más famoso. Lo vistió en 1986, cuando posaba con en compañía del pequeño príncipe Harry en su casa de Highgrove. La actriz Emma Corrin lució una réplica en la cuarta temporada de The Crown, en la que da vida a la malograda princesa, confirmando el carácter icónico del look.
El dos piezas azul de su pedida
El conjunto azul con blusa con lazada al cuello que llevó en su pedida, en febrero de 1981, bien merece una mención por varios motivos. ¿El primero? Sintetiza a la perfección el estilo de la apodada como ‘Shy Di’ en sus primeros años en la familia real británica, cuando aún estaba lejos de ser una entendida en moda y su armario estaba marcado por un carácter naíf representado en cuellos babero, chaquetas aniñadas y prendas de aires infantiles como petos, flores liberty o chalecos. Además, es un buen ejemplo para entender su radical cambio de vida. Para encontrarlo, salió de compras con su madre al atelier de Bellville Sassoon, donde los dependientes la trataron con desdén y no la ayudaron. Finalmente encontró su famoso traje azul en los grandes almacenes Harrods.
Sus túnicas de embarazada
En una época en la que las mujeres embarazadas no solían marcar su silueta y era impensable que una estrella de la talla de Rihanna luciera su barriga de buena esperanza encada aparición, la princesa Diana popularizó los vestidos amplios, prenda fetiche durante sus dos embarazos. Ahora que los vestidos oversize vuelven a ser tendencia, bien podría ser ella la musa de las túnicas amplias y frescas. Uno de los más famosos fue el que lució a la salida del hospital St. Mary de Londres para presentar al mundo a su primer hijo, el príncipe William. Era verde con lunares blancos y un cuello babero tan característico de su estilo. Otro vestido azul bebé de lunares o una túnica rosa con buenos ejemplos de su álbum fotográfico embarazada.
El vestido bicolor de lunares
Sus estilismos –y tocados– en Ascot bien merecen un artículo aparte. Pero si tuviéramos que elegir solo uno, el vestido blanco con lunares negros firmado por uno de sus diseñadores de cabecera, Victor Edelstein, que llevó en 1986, tiene muchas papeletas. No solo porque el estampado sigue tan vigente como para protagonizar uno de los vestidos virales de Zara este verano, sino porque es uno de los favoritos de las royals (Kate Middleton, por ejemplo, es una de sus grandes defensoras y llegó a lucir un vestido clavadito al de su suegra). Sin embargo, el print de topos fue muy recurrente en el armario de Diana de Gales y los ejemplos se cuentan por decenas. Cabe señalar que solía combinarlos con salones bicolor protagonizados por el mismo binomio cromático que el fondo del vestido y sus lunares: en aquella ocasión, blancos con la puntera y el tacón negro. Solo una pincelada más para explicar el detalle con el que preparaba cada una de sus apariciones y cómo ha logrado permanecer en el imaginario popular y de la moda 25 años después de su prematura muerte.