El Tate Modern de Londres ha sido el escenario que Sabato De Sarno ha elegido para presentar su colección Gucci Cruise 2025, lo que ya hacía presagiar que nos ofrecería un viaje único, donde el arte, la moda y la historia, se unirían de forma sublime para escribir un nuevo capítulo de la gran narrativa urbana.
Hemos asistido a un juego de espejos entre el pasado y el presente, en el que la firma nos llevó a través del tiempo y el espacio, evocando los primeros pasos de Guccio Gucci en el bullicioso Londres de finales del siglo XIX. Desde las calles del Mayfair hasta los salones del Hotel Savoy —donde trabajó como botones—, la ciudad respira la misma energía que impregnó los primeros pasos de la legendaria casa.
Si algo destaca el savoire fair de la firma, es esa mezcla entre diseño y artesanía con el que han sabido tejer una historia digna de película (con permiso de Ridley Scott), y que anoche fluyó por el río Támesis a modo homenaje, en una especie de caleidoscopio de ideas, estilos y personalidades que reflejan la diversidad y la vitalidad que caracterizan a la metrópolis londinense.
Invitados a un crucero romántico
De Sarno recreó un jardín romántico que contrastaba con la arquitectura del edificio, jugando con las yuxtaposiciones entre el exterior y el interior, de la misma forma que lo hizo con su propuesta para una mujer que combina la gasa, con la gamuza o el denim. Un juego en el que la dualidad pretendía mostrar dos facetas de Londres y de la propia vida.
Allí vimos a Salma Hayek y François-Henri Pinault como anfitriones impecables, intercambiando risas con Paul Mescal; Demi Moore, Dua Lipa, Kate Moss y su hija Lila Grace Moss, Daisy Edgar Jones, Andrew Scott, Debbie Harry, el estilista Law Roach, Eiza González o Solange Knowles, fueron algunos de los VIP que no quisieron perderse esta nueva colección.
El Gucci moderno y artesanal
La intersección entre el arte y la moda fueron el telón de fondo perfecto para el desfile de la colección Gucci Cruise 2025. Como las pinceladas de un cuadro impresionista, esta colección emerge como un reflejo de dos mundos, entrelazando la esencia vibrante de Londres con el encanto etéreo de Italia.
Los abrigos cortos de gabardina técnica nos transportan a las brumosas calles londinenses, mientras que los vaqueros estampados con el motivo Flora de manzanilla salvaje, embellecidos con un bordado en 3D, nos invitan a pasear por los campos italianos en plena primavera.
La sastrería adquiere una nueva dimensión, fusionando la funcionalidad de la ropa de trabajo con la elegancia sofisticada, en una danza de líneas y cortes que cautiva los sentidos. Bailarinas y zapatos creepers con detalles de Horsebit en ante, rinden homenaje al vínculo de la casa con el mundo ecuestre y nos dejan claro el reinado de los zapatos planos. Los trajes de piel se entrelazan con delicadas camisas de gasa, creando un contraste seductor entre lo mundano y lo lujoso.
Faldas de lentejuelas danzan al ritmo de las noches italianas, acompañadas de camisas vaporosas y pantalones vaqueros que hablan de libertad y rebeldía. Es en esta sinfonía de texturas y siluetas donde De Sarno revela su genio creativo, tejiendo un lienzo donde la dualidad se convierte en arte.
“Escogimos Londres para el desfile de la colección Cruise a sabiendas de que era la elección correcta. Le debo mucho a esta ciudad, que siempre me ha acogido y escuchado. Lo mismo es aplicable a Gucci, cuyo fundador se inspiró en su experiencia londinense. El regreso de la Casa está motivado por el deseo de sumergirse en su esencia distintiva, su impulso creativo con capacidad ilimitada para atraer contrastes, promover el diálogo entre ellos y encontrar formas de coexistir”, declaraba Sabato De Sarno en un comunicado de la casa italiana.
Las telas escocesas se reinventan en delicados flecos bordados con cuentas, reviviendo sus formas gráficas de manera fresca y animada. Inspirado en la Italia de los primeros años setenta, el bolso Gucci Blondie en piel o toile de Jouy, fusiona elegancia y funcionalidad, actualizando su icónico logo de piel, que resalta gracias a la técnica tomada de la joyería de Gucci.
Bordados, sastrería, piel y meticuloso trabajo manual, se entrelazan en esta colección. Aquí, la artesanía y la moda convergen, superando barreras culturales y contribuyendo a forjar un nuevo lenguaje universal.
La paleta de colores oscilaba entre los prácticos grises, blancos, negros y beige, y los tonos románticos de verde, rosa, amarillo y azul en sus suaves tonalidades pastel. Este contraste de tonalidades no solo definía la colección, sino que también se reflejaba en la escenografía, donde una sala de cemento se transformaba en un exuberante bosque, añadiendo un elemento más a este juego de contrastes.
Sabato de Sarno llevó la dicotomía hasta la pasarela, navegando entre el rigor y la extravagancia, entre la fuerza y la delicadeza, entre el carácter inglés y el acento italiano. En cada una de sus creaciones, estas tensiones se entrelazan, dando lugar a un universo de donde los opuestos se fusionan en perfecta armonía, con guiños a la estética de los setenta.
Con esta colección, pretende desafiar los códigos de vestimenta convencionales, trastornándose para convertirse en herramientas de provocación. En este espacio creativo, la moda fue un medio de expresión radical, donde las normas se desdibujaron, celebrando la individualidad en toda su diversidad.