Cecilia Gómez

De pequeña le acomplejaban, pero ahora celebra la identidad que le dan sus rizos y la diastema. "Nos han educado para ser iguales, cuando lo interesante es encontrar nuestro punto único y mostrárselo al mundo", dice la modelo y actriz Cecilia Gómez.

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Danniel Rojas

Pide a la peluquera un rizo bastante pegado a la cara, definido y sin volumen. La actriz y modelo sevillana (Lebrija, 1994) es fiel a un look que le ha dado muchas alegrías profesionales. “Tengo la suerte de que nunca me tocan el pelo. En tantos años trabajando creo que me lo han alisado una vez”, nos cuenta. ¿Sus cuidados? Dejarlo secar al aire y mucha hidratación con champús y mascarillas.

La melena que Cecilia celebra en cada shooting le trajo de preadolescente no pocos quebraderos de cabeza: “Me lo alisaba y podía durarme treinta segundos porque vivo en la llanura del Guadalquivir y, ahí, la gente no lo sabe, pero hay humedad como en Barcelona; ¡parecía luego un Pumuki!”, bromea. Hasta que empezó a apreciar su rizo y sus dientes, separados por una ligera diastema. “Las dos cosas con las que más complejo he tenido ahora son las que más identidad me dan.”

¿Actualmente hay un discurso de belleza más abierto, menos normativo? Se aprecia mucho la naturalidad, lo que uno es. Antes se trataba más de ‘hacerse’, de producirse para encajar en un canon. Me parece muy interesante, y lo justo también, que la diversidad se apodere del mundo, porque al final globalizarlo todo y que tenga una misma identidad resulta aburridísimo. Pasa en política, pensamiento, belleza... Es muy del ser humano quererlo todo homogéneo y no nos han enseñado a encontrar nuestro punto único y mostrárselo al mundo. Nos han educado para ser iguales. Y la riqueza es poder encontrar puntos diferentes.

¿Recuerdas cuándo te liberaste, capilarmente hablando? Cuando vivía en mi pueblo llevaba el pelo largo porque es una cosa muy sevillana, en mayúsculas. En el fondo me resistía. Soy una persona poco costumbrista en todos los sentidos, cero folclórica, no me gusta la Semana Santa (con mucho perdón), soy antitaurina... Cuando me fui de casa, a los 17 años, me lo corté muy cortito ya que no me identificaba con la melena, nunca me sentí muy femenina tampoco y eso fue lo que me animó a cambiar. Y ¿pelo rizado con flequillo? Siempre era ¡no! Mis representantes me lo desaconsejaron y yo, que soy muy rebelde, fui, me lo corté y... todo genial (risas). Ahora sí que me siento libre. El punto salvaje del pelo rizado me parece guay y va mucho con mi personalidad.

La peste, La novia gitana, Una carta para mi madre y ahora Honor (en breve pasará a emitirse en Antena 3 tras haberse estrenado en Atresplayer el pasado 30 de julio). ¿Cómo surge el salto de la moda a la interpretación? Se da en un momento de mi vida en el que me sentía incompleta. Decidí que quería estudiar diseño de moda y el día que tenía cita para pagar la matrícula me llamaron para hacer un casting (resultó ser para La peste). Respondí: “No soy actriz”. Pero me dieron la separata y a los dos días fui a hacer la prueba. No sé qué pasó, qué se me movió por dentro. Lo que más me ha costado en la vida, que es poner palabras a cosas (por eso quizás era muy introvertida)... de repente me estaban dando palabras en un folio y las estaba cabalgando. Me pareció un regalo y encontré un nicho donde poder dar rienda suelta a todo mi mundo interno. “¡Esto es mejor que terapia!”, pensé. Fue un paliativo para la turbulencia que sentía en ese momento. Dije adiós a la matrícula en diseño y empecé a formarme en interpretación.

¿Te ha ayudado a combatir la timidez? Ha sido mi terapia de choque. Ahora puedo hablar contigo, pero antes parecía un avestruz, todo el día con la cabeza bajo tierra, supertímida, me sacabas de mi ‘juego’ de las fotos y no podías hablar conmigo. Me entraba la risa nerviosa o me ponía a temblar.

¿Cuál es el balance de estos cinco años como actriz? Estoy aprendiendo a surfear olas. Soy de las que piensan que todo puede ser peor; entonces me acojo mucho a lo de vivir lo que toca en cada momento. Confío en que la vida da a uno lo que puede acoger.

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D.R.

El efecto wet en la melena de Cecilia se consigue con el gel de proteínas Protein, de I.C.O.N., que ayuda a controlar el volumen ¿El consejo experto? Dejar secar el cabello al aire porque, a más difusor, más cuerpo, y en este caso se pretenden mantener los rizos domados.

Tres imprescindibles

  1. Renovador Cure Spray calma la cutícula y transforma la textura, haciéndola más manejable. 31 €.
  2. A raya El rizo se doma con Protein, un gel de proteínas que controla el volumen y da un efecto wet. 29,50 €.
  3. Punto extra El aceite seco India Dry Oil, lleno de micronutrientes, aporta un acabado de brillo. 44 €.

Silvia Marty

Si destilásemos su esencia saldría su melena pelirroja plena de rizos, que cuida como una experta. Nos lo cuenta a la par que comparte proyectos (nueva serie en catalán) y tips de estilismo como cofundadora de la firma Les Rousses.

silvia marty
Danniel Rojas

“¡Ojalá pudiera!”, espeta una espontánea Silvia Marty (El Masnou, Barcelona, 1980) refiriéndose a mi corte pixie. Pero si algo ha aprendido la actriz y cocreadora de la firma de ropa Les Rousses es que hay que potenciar lo que uno tiene. “Tú llevas ese look y yo otro porque seguramente nos favorece más, con lo cual hay que empezar a trabajar la textura natural, que es lo difícil. Claro que me gustaría llevarlo cortito como tú, pero mi pelo es diferente”, dirime con soltura. ¿Cómo trata ella su llamativa materia prima (una melena pelirroja frondosísima que parece que le antecede allá donde va)? “Con los años aprendes. La gente tiende a pensar que el pelo rizado es ¡hala, ya está! Y no, tienes que aprender a hidratarlo y a no tocarlo porque, si no, se empieza a encrespar y es la muerte. Siempre me lo han aconsejado.”

Hablar con Silvia es desgranar una guía sobre cuidados del cabello rizado: sabe que hay que dosificar el uso de herramientas de calor (planchas, tenacillas y cía), que los aceites, en especial el de argán, resultan excelentes aliados y que los sulfatos son lo más parecido a un genio maligno: “En el momento el pelo queda superlimpio, pero lo estropea un montón. Cuando empiezas a usar champú libre de ellos, coge cuerpo y gana salud. El rizo te lo define un buen producto”, sentencia.

Y a ti, ¿dirías que te definen tus rizos? Sí, la textura y también el color, pero el rizo me cambia todo el rato: si estoy en la playa, en la montaña, según el agua con el que te lo lavas, la hormona... nunca es el mismo. Me pasa, además, que me ayuda a construir el personaje cuando es una cosa superpower (a la mente nos viene la desinhibida Carmen, de Machos Alfa).

¿Dirías que cada vez más mujeres dan libre albedrío a sus rizos? Sí. Cuando yo era adolescente, mi madre, que también tiene el pelo rizado, se pasaba el día plancha que te plancha. Yo me liberé rápido, aunque también me he hecho desrrizados y de todo. Al menos ahora los rizos no se asocian a esa cosa de no ir arreglado. ¿Recuerdas cuando era tal que “tengo una boda o quiero ir elegante y me lo aliso”? ¡Pero si eres otra persona! (ríe). Creo que ya no existe esa idea.

Mucha gente desconoce tu faceta como diseñadora y que tienes una marca propia, Les Rousses, nacida en 2019 y cocreada con el maquillador Gato. ¿Cómo surge? Empieza por la típica crisis personal que todos pasamos por trabajo, relaciones, etcétera. Mi mejor amigo, Gato, me dijo que no me soportaba más (risas) y me empujó a lanzarme. Siempre me he hecho ropa para mí misma y de ahí nace la firma, de pensar cómo sería mi maleta de verano. Soy supermediterránea, feliz en el mar.

¿De qué se compone esa maleta? Vestidos de lino y satinados lenceros con escotazos de espalda, que me encantan. Son básicos atemporales (aún sigo poniéndome un vestido que hice hace ocho años) que gustan a todo el mundo. Y con tejidos –como el caso de la seda– que, aunque los saques de la maleta hechos un gurruño, te los pones y están perfectos. Puedes llevarlos de plano por la mañana y, por la noche, meterles una cuña. O guardar otro vestido en el bolso y, en un momento dado, cambiarte en un baño. Te pintas los labios de rojo y lista. Son pequeñas cápsulas; no estás obligado a sacar prendas cada temporada, no hay presión, lo cual a nivel sosteniblidad me parece coherente. Me viene bien, porque como actriz pones mucha responsabilidad y juicio y aquí no. El hecho de que haya una parte de “me da igual que a nadie le guste”, entre comillas, me da otra visión.

Y ¿qué hay de la interpretación? ¿En qué punto estás? Supercontenta porque estoy rodando en Barcelona mi primera serie en catalán, que tenía bastante oxidado. La directora me decía que qué curioso, que no sabía que era catalana. Empecé a currar con dieciocho años y a los veinte ya estaba en Madrid. Pensaba que era para un rato y mira.

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D.R.

La mejor forma de secar un cabello como el de Silvia es haciendo movimientos de scrunch con una toalla de microfibra, primero, y después con difusor (sin tocar el pelo con las manos). Un spray como Texturiz, de I.C.O.N., aportará volumen y textura desde la raíz.

Tres imprescindibles

  1. Más volumen El toque final lo da este spray texturizador que añade cuerpo desde la raíz. Texturiz, 29,50 €.
  2. Nutrición Aceite no graso repleto de moringa y argán para utilizar en seco o en mojado, India Oil, 44 €.
  3. Marcar Los rizos se fortalecen y definen gracias a esta crema potenciadora. Curl Cream, 29,50 €.

Alice Wonder

La retirada fallida de unas trenzas africanas la llevó al wolf cut. "Un buen corte da power", defiende. Un lustro después de lanzar su primer álbum, la artista madrileña ha decidido que es un buen momento para parar y crear.

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Danniel Rojas

Con tan solo un par de discos y otro de singles se ha convertido en todo un fenómeno musical. Y estético, porque es verla aparecer en el estudio y pensar en Anthony Vacarello fichándola para Saint Laurent. El wolf cut tiene buena parte de culpa del ‘rollazo’ que desprende la artista. “Hace dos años me coloqué unas trenzas africanas enormes y cuando me las fui a quitar lo hice mal y me tuve que cortar el pelo. Mi peluquero apostó entonces por el wolf cut y ambos nos quedamos superasombrados con el resultado. No sabía que tenía el pelo tan rizado. Me di cuenta al cortármelo. Un buen corte da power”, sentencia Alice Wonder (Madrid, 1998), a quien un amigo puso el nombre artístico cruzando Alicia en el país de las maravillas y Stevie Wonder. Ahora, todo son ventajas con su look capilar: se da “un agua” por las mañanas, lo deja secar al aire y listo.

¿Qué más te da power? El rojo de labios es el número uno. Soy muy de una buena americana, jeans, rouge y a correr. También me gusta mucho jugar con cosas que no tienen nada que ver: cuadros con rayas, colores opuestos... los matcheo con un trozo de calcetín o unas gafas de sol y estoy. Tengo mucha ropa, porque he ido coleccionando piezas.

Sin miedo a atreverte, vaya... Lo he pasado muy mal por mi estilo, porque se metían mucho conmigo en el colegio. Recuerdo llevar calcetines altos con bermudas, ‘zaparoncos’... Una tía me empezó a soltar de todo, que qué llevaba puesto, “bicho raro”, y me dio un bajón... Mi madre me dijo: “Que les den por saco”. Este espíritu lo tengo por ella, que es muy guerrera, muy gamberra y muy diferente. Mi padre igual, es exquisito.

Y ambos, músicos. ¿Te dejas aconsejar por ellos? Es curioso, porque mi padre me hablaba de la profesión antes de yo ser música. Se ha pasado toda la vida de gira, por suerte, pero estás expectante y pasas de un bolo ‘supertocho’ a esperar a que te vuelvan a llamar, el IVA... Él me ha transmitido esa realidad. Mi madre, con veinte años, tenía un grupo llamado Magenta. Nacho Cano les produjo el disco. Cuando se metió en toda la vorágine, durante la época Mecano, se dio cuenta de que era un mundo muy oscuro, y ella, que es muy ser de luz dijo “no, por aquí no”. Tengo esa parte suya de ser precavida y también la más realista de mi padre. Quiero una profesión que sea duradera, ir construyendo poco a poco y haciendo cada vez un show mejor. Paso de modas.

¿En qué proyectos andas inmersa? Ahora mismo estoy en un momento en el que me puedo permitir parar para crear lo que quiero, que por suerte sé lo que es, no tengo un bloqueo. He encontrado un concepto muy power y me apetece mucho desarrollarlo: es muy 360, muy creativo, como lo que hago yo, que es música pero también dibujo y moda. Me he alquilado una casita en la sierra, un dúplex con la buhardilla alta, y quiero hacer un estudio-taller donde voy a pintar, a romper la ropa y rehacerla... Tengo la suerte de poder parar porque he trabajado duro, y ahora lo veo todo con otra perspectiva, que es la de no sé si va a funcionar o no pero es lo que quiero hacer. Funciono mucho con dirección, con propósito. No hago cosas para ganar plays.

Volviendo al rizo, ¿crees que se está liberando y que esto tiene que ver con el discurso de diversidad imperante hoy en día? Sí hay más rebeldía y se ven más mujeres con el pelo rizado que nunca, y eso significa que antes se lo planchaban. Además, los cortes de pelo están encaminados a favorecer la clase de rizo que puedas tener. Espero que no sea la típica moda que pasa.

¿Tú has estado alguna vez en contra de tus rizos? Cuando era más pequeña y quería encajar en la sociedad me alisé el pelo un par de veces y aquello era cartón piedra (risas). Ahora parecería un chico otaku (fan del manga y el anime). Molaría para una sesión extraña, punky, pero ya.

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D.R.

Para peinar el wolf cut de Alice, lo que se pretendió no fue tanto marcar como potenciar sus rizos naturales. Uno de los aliados fue Antidote, de I.C.O.N., que regula la porosidad y la calidad del cabello, refuerza y aporta brillo.

Tres imprescindibles

  1. Más cuerpo Crema de peinado que ayuda a definir los rizos Mesh, 29,50 €.
  2. Antioxidante Loción revitalizante para rellenar la fibra capilar Antidote, 34 €.
  3. Restauración Mejora la calidad del cabello a nivel molecular. Power Peptides, 98 €. Todos, de I.C.O.N.; (iconencasa.com).

* Texto María Elvira. Fotografía Danniel Rojas. Producción Piluca Valverde. Peluquería Jess Rodriguez Guardado (Are you ready) para I.C.O.N. Maquillaje Pedro Cedeño para Dior. Asistente de fotografía Javi Blanco.