El abdomen, junto a las piernas, es una de las zonas del cuerpo donde las mujeres tendemos a acumular más grasa. Desde hace tiempo sabemos que esta diferencia respecto a los hombres se debe a cambios hormonales, pero todo eran hipótesis sin confirmar, hasta que la evidencia científica ha llegado para arrojar luz sobre este tema.
En efecto, esta distensión abdominal y este "almacenaje" se deben principalmente a una hormona y lejos de lo que creíamos hasta ahora, no está relacionada con la gestación de las mujeres, sino con el estrés y la liberación de cortisol.
Sin rodeos ni tecnicismos, así de claro abordaba Isabelle Junot este tema en su perfil de Instagram. La marquesa de Cubas, quien sacará un libro sobre alimentación nutritiva a principios de 2025, "abría el melón" sobre la pérdida de grasa abdominal que hasta ahora nos ha conducido a dietas milagro y rutinas de cardio interminables, todas ellas sin apenas resultados.
Pero no es la única que ha puesto este tema sobre la mesa. La doctora en farmacia y nutricionista, Boticaria García, ya hablaba en julio del año pasado sobre la relación entre el cortisol y la grasa de nuestro abdomen, en una entrevista con el endocrino, Dr. Borja Bandera.
El cortisol: un obstáculo en la pérdida de grasa
El cortisol no es malo en su justa medida, como pasa con todo. Llamada 'la hormona del estrés', nos ayuda a reaccionar ante situaciones límite o de peligro, lo que no solo nos hace sobrevivir, en el término literal de la palabra, sino a salir adelante en momentos puntuales y muy exigentes de nuestras vidas.
El problema aparece cuando esos niveles de cortisol se establecen y duran en el tiempo. Algo que puede resultar bastante sencillo teniendo en cuenta el ritmo acelerado que llevamos la mayoría.
Cuando los niveles de cortisol aumentan, nuestro sistema cambia por completo y se reducen las funciones que se considerarían como no esenciales, tal y como explican desde Clínica Mayo: "Modifica el sistema inmunitario e inhibe las funciones del aparato digestivo, del aparato reproductor y los procesos de crecimiento". Una de las consecuencias es nuestra relación con la comida, que acostumbra a aumentar el apetito.
Nuestra grasa tampoco se almacenará igual, porque el cuerpo está en alerta. Y a esto se le suma la retención de líquidos, lo que propicia vernos y sentirnos más hinchadas, motivo por el que ha surgido el término de "cara de cortisol".
Las restricciones y dormir mal impiden perder grasa
"El cortisol aumenta la grelina y disminuye la leptina, por lo que tendremos más hambre y bajará la dopamina. Esta vamos a buscarla en los alimentos azucarados. Además, el cortisol afecta a la manera en la que almacenamos las grasas. El exceso de cortisol va a provocar más grasa abdominal" así explica brevemente Boticaria García la cadena de acontecimientos que se van sucediendo propiciados por ese despunte de cortisol.
Sin embargo, esta hormona se desata ante sucesos estresantes que en muchos casos generamos nosotros mismos con conductas poco recomendadas, desde las restricciones de comida a dormir menos de lo necesario. Es por eso que los expertos recomiendan comer entre 3 y 5 veces al día, dormir 8 horas y descansar lo suficiente entre una rutina y otra en el gimnasio. La prioridad de un cuerpo cansado será almacenar reservas "por si acaso", que se traducirán en grasa, y el abdomen es una de las principales zonas en la que esta grasa decide establecerse.
La cara hinchada, otra víctima del cortisol
La retención de líquidos es otra de esas consecuencias propiciada por el estado de alerta en el que se encuentra el cuerpo. Esto afecta a muchas zonas, aunque la más visible es el rostro.
Por eso, es habitual que frente a épocas de ansiedad la producción de sebo aumente, con el incremento de granitos en la cara. En pieles sensibles también pueden aparecer más rojeces y la cara hinchada es un fenómeno que nos ocurre a la mayoría. Sobre todo, cuando ese estrés se prolonga en el tiempo.
Pero además de por esa retención de líquidos, el cortisol, al ser una hormona esteroidea, tiene un gran impacto en nuestros tejidos, entre ellos el de la piel. En 2007, el Dr. Peter Elias, dermatólogo de la Universidad de California, publicaba este estudio en el que aseguraba que el cortisol provocaba la descomposición de colágeno, lo que puede causar esa inflamación tan característica.
Para desinflamar el rostro, la respuesta más evidente es: "No te estreses". Por lo que sí, cuidar de tu salud mental es importante, necesario y efectivo. Aunque a corto plazo, evita comer alimentos altos en sal y en azúcar para reducir esa retención, descansa bien y dedica tiempo a la actividad física para que tu cuerpo segregue "hormonas de la felicidad" como la dopamina, la serotonina y la endorfina.