La noche de los Goya se caracteriza por contar con la que sin duda es la alfombra más glamourosa de nuestro país, esa en la que vemos a las actrices desfilar con sus mejores galas y con impecables ‘looks beauty’ fruto de horas de trabajo. Sin embargo, la sorpresa no ha sido este año un imponente vestido de metros de tul ni un maquillaje deslumbrante, sino el caso contrario: Sara Sálamo ha posado ante los medios sin maquillar.
Fue en 2016 cuando Alicia Keys comenzó el movimiento #nomakeup tras darse cuenta de se había acostumbrado tanto a ir maquillada a causa de los requisitos de su agenda profesional, que no se sentía segura sin maquillaje. Decidió cambiar las cosas y prescindir de las “trampas” cosméticas, algo que llamó la atención de Sara Sálamo.
“Pensé que me encantaría ser tan “valiente” como ella… Qué cosas…”, dice ahora. “Cuando le he comentado a la gente mi idea de ir sin maquillar a los Goya, me ha sorprendido el que a alguien le pueda parecer un acto de valentía que me muestre tal y como soy. Esa fue la señal que me hizo seguir adelante con esta acción. Me gustaría que no fuera noticia ni titular que una mujer acuda a un evento sin maquillaje o sin depilar. ¡A ellos no les pasa!”, dice con convicción.
La idea de ir con la cara lavada a los premios Goya surge de una conversación en casa con su pareja, el futbolista Isco. “Fue tal el vértigo que sentí al fantasear con la posibilidad, que entendí que era el momento de hacerlo. Comencé a replantearme qué era el maquillaje para mí y llegué a la conclusión de que no es tan opcional como creía… Quizás sí lo es en el día a día, pero cuando se trata de un evento importante, una boda o una gala, no lo es. Creo que no existe debate sobre si (únicamente nosotras) debemos maquillarnos o no”, asegura la actriz.
Confiesa que siente que nos hallamos en un momento en el que no nos conformamos con lo que nos ha venido dado. “El mero hecho de observar lo que nos rodea y plantearnos si lo que hacemos actualmente se lleva a cabo por inercia o porque comulgamos con ello es importante. Por supuesto, el cine también está cambiando en ese sentido. Ahora las mujeres también están al mando en algunas producciones y están escribiendo y produciendo, algo que nos está llevando a ver personajes femeninos de verdad en la pantalla más allá del cliché de mujeres heteronormativas perfectamente maquilladas y acicaladas que apoyan y sustentan la trama masculina”, asegura.
Tiene muy claro el mensaje que quiere dar con este gesto. “Desde que soy madre, sobre todo, siento mucha preocupación por cómo utilizamos el altavoz que tenemos. Qué reciben nuestros jóvenes a través de las redes sociales y qué tipo de referentes tienen… La llegada de los filtros y las cirugías estéticas financiadas (incluso a menores) me da mucho miedo. Con este gesto solo quisiera reivindicar la naturalidad y la aceptación de uno misma para que podamos sentirnos cómodas sin artificios. Y que el maquillaje, la moda o la belleza sean un accesorio y un juego, sin volvernos víctimas de ello”, dice Sara Sálamo, quien lució joyas de RABAT.
Sería muy fácil decir que ella lo tiene fácil: con semejante rostro… ¿Quién necesita maquillaje? Sin embargo, la actriz subraya que como todo el mundo, ella también se siente más segura tapando imperfecciones, realzando sus rasgos y poniéndose en manos de maquilladoras profesionales.
“Sin embargo, anhelo el momento en el que me sienta con la misma confianza asistiendo a una alfombra roja, enfrentándome a los focos, las cámaras y al resto de asistentes, si decido ese día no hacerlo”, añade. Asegura, eso sí, que pocos días antes a la gala acudió a un centro en el que mediante terapias manuales y cremas, le hidrataron la piel en profundidad.
Junto a su peluquera de confianza, trató también de buscar un look que reflejara naturalidad con el que huir de peinados pulidos. El resultado es la melena natural y salvaje con la que ha posado ante las cámaras y que resulta perfecta para acompañar el mensaje, al igual que su vestido, que evoca transparencia y naturaleza.
Al ser una de las actrices que han hablado sin tapujos sobre aspectos del postparto algo invisibilizados, ¿qué diría sobre las imposiciones estéticas que rigen la alfombra roja? “Una alfombra de cine es como algo onírico, un sueño en el que toda una maquinaria se pone en marcha para recrear otra película. La diferencia es que esta sucede en la vida real. Mientras no nos sintamos obligadas a cumplir con algo que si no cumplimos, mermaría nuestra autoestima, me parece fenomenal. Creo que la moda y la belleza deben ser una forma de expresión y no una imposición”, señala.
“Estamos en un momento, sobre todo nosotras, de cuestionarnos y deconstruir lo aprendido. Hay una especie de revolución y un despertar sobre si estas exigencias, imposiciones y juicios sobre nuestro cuerpo las queremos seguir manteniendo. Se van poniendo sobre la mesa opciones en las que las reglas del juego son las mismas para todos y todas. Y ahí vemos si es algo ridículo, violento o si, por el contrario, puede continuar”, dice Sálamo.
También quiere hablar de cómo el yugo estético empuja a tantas figuras a abusar de los retoques estéticos. “La fiebre de las cirugías estéticas la percibimos tanto en hombres como en mujeres de las grandes figuras de cartel de Hollywood, donde hemos llegado a leer confesiones de adicción a estas prácticas. Creo que es algo bastante peligroso para una actriz o un actor someterse a algo que les deja sin expresión, cuando es nuestra herramienta de trabajo más valiosa, y por supuesto, que ese tipo de conductas se conviertan en un modelo para el resto. Poner en riesgo la salud por estética es algo que me aterra, pero también entiendo a quien siente que si no pasa por ese aro, va a dejar de recibir llamadas para determinados trabajos… Es terrible”, asegura.
Por lo tanto, cree que nos encontramos en un momento “marciano” en el que es necesario hacer un esfuerzo por reivindicar la normalización y la aceptación del paso del tiempo. “Creo que debemos poner el foco y emplear el tiempo en cuestiones más profundas que en que nuestra piel no esté tan tersa como con veinte años si tenemos cincuenta… Es una obviedad”, dice para finalizar a cara lavada, y a corazón abierto.