Este viernes llega a los cines la Maria Callas de Angelina Jolie, esa que dirige el chileno Pablo Larraín, quien parece tener un fetiche por plasmar la vida de las grandes divas en la gran pantalla. Fue él quien nos contó la vida de Lady Di en ‘Spencer’, protagonizada por Kristen Stewart y él también —qué cosas— el artífice de ‘Jackie’ donde una magistral Natalie Portman daba vida a la mujer del presidente John F. Kennedy. La misma que terminó casándose con Aristóteles Onassis, ese hombre millonario que, pese a las humillaciones constantes a las que sometió a la soprano, fue considerado su gran y trágico amor.

Teniendo a Angelina Jolie como ‘partner in crime’, es fácil fantasear con esa mujer sofisticada y con cierto deje de misterio, que cautivó al mundo. Sin embargo, ese personaje  fue construido meticulosamente a través de un esfuerzo enorme, muchas lágrimas y un trabajo de autoaceptación que jamás llegó a cuajar del todo. Y en este proceso, hubo una figura clave: Elvira Leonardi Bouyeure, conocida como Biki.

Maria Callas y sus míticos turbantes
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Maria Callas, la mujer más allá del mito

Maria Callas nació en Nueva York, aunque su origen era griego. Siempre estuvo acomplejada por su físico, algo en lo que su madre tuvo mucho que ver, quien además de someterla a una disciplina férrea, solía compararla con su hermana Jackie, una belleza menuda, clásica y refinada, que contrastaba con el metro setenta y tres de la cantante y los cien kilos de peso.  

Se sentía fuera de lugar en el mundo de la música clásica. Su perfeccionismo, fruto de una autoestima bastante maltrecha, y sus ganas de triunfar en un mundo en el que las apariencias lo eran todo, la llevaron a “secarse como un galgo”, tal y como relatase Camilla Cederna en Maria Callas (2008). Perdió 36 kilos, lo que transformó su silueta y su forma de verse a sí misma y de presentarse ante el mundo. Aunque circularon rumores sobre métodos extremos (que en su intestino habitaba una tenia), ella siempre desmintió haber recurrido a medidas drásticas, asegurando que lo logró con una dieta hipocalórica.

Después de haber conseguido el cuerpo que todos esperaban de ella, era momento de crearse un estilo, aprender a vestir, a sacarle provecho a sus rasgos marcados y su melena morena, y aquí es donde Elvira Leonardi Bouyeure, Biki para los amigos, hizo su magia creando a La Divina.

Biki y Maria Callas: Así se construye el estilo de una diva 

“Nunca había visto a una mujer peor vestida. Era desastrosa, una jovencita gigantesca a la que le encantaba llevarlo todo a juego. Los zapatos iban a juego con el bolso, preferiblemente de charol brillante. En una cena como aquella se presentó con un enorme sombrero de terciopelo en la cabeza, con pendientes con pinzas de plástico y, por si fuera poco, llevaba un par de zapatos negros de charol…”, contó Biki sobre su primer encuentro con Callas. “Nadie le había enseñado que una dama no debía llevar sombrero de ala después de las cinco de la tarde y que los zapatos de charol debían estar prohibidos en su armario. Nunca imaginé que yo la vestiría algún día”.

Ambas se conocieron de manera fortuita en Milán a través de Arturo Toscanini, un conocido director de orquesta que solía invitar a su casa a lo más granado de la capital Lombarda. Queda claro que a Biki, la señora Callas no le gustó en absoluto, pero días después aquel encuentro, Giovanni Battista Meneghini, el que fuera marido de la soprano por aquel entonces, se presentó en su atelier para pedirle que rehiciera el vestuario de su mujer y le ayudase a crearse un estilo propio. Vio el encargo como un reto. "Era un diamante en bruto, pero había que pulirlo", diría años después. Y se puso manos a la obra con la devoción del profesor Higgins de ‘My Fair Lady’.

Los vestidos largos y los moños altos, son su sello de identidad
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Biki contó con la ayuda de su yerno Alain Reynaud, antiguo asistente del estilista francés Jacques Fath, y juntos diseñaron un lavado de imagen para la soprano. La transformación no se limitó a la ropa: le siguieron clases de nutrición, sesiones de dicción, declamación, buenas formas y colorimetría. "Era increíblemente disciplinada y estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para borrar aquella crítica cruel que la comparaba con los elefantes del escenario", recordaría Biki.

La soprano comprendió que su cambio físico necesitaba algo más que la simple pérdida de peso. Debía aprender a vestirse y a proyectar una imagen acorde con su nuevo físico y su estatus artístico. Su estilo previo era un desastre sin orden ni concierto, en el que predominaban los conjuntos excesivamente conjuntados, los accesorios llamativos y los materiales poco refinados. 

El objetivo de Biki no era disfrazarla ni encorsetarla en un estilo ajeno, sino potenciar su presencia escénica y su carisma natural. Así nació el 'Callas Biki Style', un código estético que convertía a la cantante en una figura de elegancia absoluta, tan inolvidable como su voz.

¿Quién era Biki?

Biki dominaba lo que se conocía como chic milanés, capaz de transformar ese savoire faire parisino y hacerlo más sobrio. Más elegante. Incluso antes del nacimiento del prêt-à-porterMade in Italy (el de Giorgio Armani o Valentino), la couturier sentó las bases de una moda atemporal y moderna que sigue vigente, siendo pionera en el uso del color a favor de la silueta. “Quien se confía a Biki no podrá equivocarse, ni de sombrero, ni de pintalabios, ni de zapato, ni de tiempo”, escribía la gurú de la moda de los 60, Irene Brin.

Pero, de dónde salió semejante creativa y por qué ha quedado en el olvido. Biki empezó su carrera allá por 1933 confeccionando lencería fina. Uno de sus más asiduos clientes fue el político, poeta y dramaturgo protofascista Gabriele D'Annunzio, quien le pedía delicadas piezas con las que soñaba para vestir a sus numerosas amantes. Mientras tanto ella, se dejaba ver por los lugares de moda, jugaba al bridge con las damas de sociedad, compraba ropa en París y era conocida por dar los mejores de estilo a sus allegadas. Pronto se hizo con clientela de la talla de Sophia Loren, Alida Valli o Isa Miranda. 

Maria Callas en ell escenario, interpretando Aida
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Qué es el 'Callas Biki Style'

Con Callas, Biki apostó por la sencillez. Mejor dicho, por las estructuras arquitectónicas y aparentemente sencillas. Moldeó su cuerpo como si fuera una obra de arte, para cubrirla después con una paleta de colores que iban del turquesa al verde esmeralda, pasando por el blanco, negro y azul marino para los looks urbanos. Le enseñó a maquillarse potenciando sus ojos con un delineador negro y sombra de ojos azul; mientras que hizo de los sombreros de ala ancha, los turbantes, los guantes largos y bolsos petit, su sello de identidad. 

Satén para la noche y faldas longuette de corte lápiz con chaquetas ceñidas para el día. ¿Pelo? Recogido, demasiado poderío para llevarlo suelto. Si observamos su evolución, desde aquellas fotografías tomadas por Richard Avedon, hasta las que aparece del brazo de Onassis, su estilo es una historia sin fisura, pensada, estudiada y orquestada al milímetro.

Maria Callas
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Un vínculo indisoluble

Maria Callas nunca traicionaría a Biki, ni siquiera cuando Yves Saint Laurent la tentó. “A él le habría encantado vestirla, pero ella siempre nos fue fiel”, recordaría Biki tras la muerte de la soprano. Entre ellas surgió una amistad más allá del trabajo, gracias a la cual pudimos ver brillar a la diva. Su vestuario, tanto en el escenario, como en su día a día, representaba esa fuerza innata, al tiempo que mostraba parte de la vulnerabilidad de una mujer que jamás llegó a sentirse bella. “Tienes el alma de una diosa y la belleza ahí no importa. No es la tela ni el diseño lo que te da grandeza, María, es lo que tú eres. Pero confía en mí, este vestido lo hará”, le dijo Biki en una ocasión antes su inseguridad. Callas respondió: “Me siento como una diosa, pero, por dentro, estoy completamente vacía”. “Y eso es lo que te hace aún más humana, María”, objetó la modista.

El ‘Callas Biki Style’ es sinónimo de sofisticación, demostrando que la moda puede ser una forma de arte tan poderosa como la música. Su legado estético, al igual que su voz, sigue resonando en la memoria colectiva.