"El destino del viaje nunca es un lugar, sino una nueva manera de ver las cosas". Esta frase del escritor Henry Miller bien podría hacer referencia a cada uno de los últimos desfiles Crucero de Dior, en los que su directora creativa, Maria Grazia Chiuri, realiza una inmersión en la cultura de diferentes ciudades para después reinterpretarlas en desfiles repletos de forma y contenido.
Eso mismo ocurrió en la capital hispalense el pasado 16 de julio: “Monsieur Dior soñaba con una moda abierta, capaz de cruzar continentes. Sevilla es un lugar de paso, una puerta que se abre al mundo y sabe acogerlo”, cuenta la diseñadora. Así, a la caída del sol, la Plaza de España, construida para la Exposición Iberoamericana de 1929, se teñía de rojo clavel; ‘zapateaos’ a cargo de El Yiyo y Belén López; coreografías de varios cuerpos de baile flamenco, dirigidas por Blanca Li, y música para una armoniosa banda sonora que solo podía imaginar Alberto Iglesias. En ese idílico escenario las modelos, a través de sus vestimentas, hacían alusión a varias celebridades, capítulos sociales e incluso símbolos religiosos que describen la idiosincrasia andaluza. Una performance colectiva que ahondaba en las raíces y que, al mismo tiempo, integraba la historia y herencia de la maison (recordemos que Christian Dior creo el vestido de fiesta Bal à Seville para la alta costura primavera-verano de 1956, meses antes de su fallecimiento).
De este modo, observamos cómo la bailaora Carmen Amaya, apodada La Capitana, inspiraba los trajes de pantalón ceñido y chaquetilla que ella misma lucía trasgrediendo los cánones de la época, ya que fue la primera mujer que se atrevió a utilizar el atuendo masculino en el gremio. Su carácter revolucionario e independiente y sus movimientos ajenos a cualquier norma fueron también uno de los pilares más importantes a la hora de recrear una actitud para esta colección. Hay otra imagen que despierta la atención de Chiuri: “La fotografía de la duquesa de Alba y Jackie Kennedy a caballo, con chaqueta corta, pantalones de cintura alta y sombreros de ala ancha me guió en mi investigación y me llevó a explorar las tradiciones ecuestres de Andalucía”. Entre ellas, el trabajo del cuero que, según asegura, “alcanza los más altos niveles de perfección, como lo demuestra la confección de los guantes”, tan importantes en los estilismos.
Más elementos narrativos autóctonos: la profusión de bordados que evocan los mantos de la Virgen de la Macarena (la mítica chaqueta Bar se reinventa en terciopelo negro rematada con hilos dorados y el bolso Lady Dior se enriquece con preciosistas trabajos tridimensionales en oro y plata que remiten a los bajorrelieves, con la ayuda del artesano Jesús Rosado); el emblemático mantón de Manila; los pantalones con tirantes y los chalecos forrados de seda; el tafetán en rojo, amarillo, ocre y negro que esculpe faldas que recuerdan tanto a Dior como a España; la mantilla de encaje…
los más prestigiosos artesanos nacionales:
Para llegar a esta excelencia, la directora creativa no dudó en conectar con
“Durante mis viajes por España para la planificación de este evento conocí a varios profesionales que, con su virtuosismo, perpetúan conocimientos ancestrales. Al visitar algunos de sus talleres me impresionó la organización del trabajo, muy similar a la de un taller de alta costura, mostrando un nivel muy alto de artesanía”.
Entre ellos, Javier Menacho Guisado, que dio un giro al bolso Saddle utilizando métodos especiales de bordado en cuero; Ángeles Espinar, quien desarrolló una serie de chales bordados de forma tradicional con motivos icónicos de Dior; Orfebrería Ramos, que elaboró una línea integral de joyería que tenía como referencia la rosa de Granville, flor que apasionaba a Monsieur Dior; Fernández Roche, encargado de interpretar dos formas clásicas del sombrero, con fieltro y paja; Daniel López-Obrero Carmona, que trabaja el cuero pintado y decoró una serie de bolsos de la colección, y Abanicos Carbonell, que creó abanicos de encaje.
El desfile terminó como rematan las grandes actuaciones de flamenco: con Maria Grazia Chiuri dando la vuelta al ruedo jaleada por los bailarines y las palmas. Y de ahí, a las casetas de feria con un luminoso ‘Christian Dior’, 15.000 farolillos y una portada con estampado icónico de la casa en la que todos los invitados quisieron fotografiarse. Entre ellos, Elle McPherson, Chiara Ferragni, María Pedraza, Adriana Ugarte, Stella del Carmen o nuestra portada de diciembre, Victoria Federica.
Una noche con un embriagador aroma a azahar que puso a España en el centro de ese mundo tan diverso que anhelaba Monsieur Dior.