Desde que Balenciaga se vio obligada retirar la campaña publicitaria en la que aparecían menores con peluches ataviados con trajes bondage, la marca lleva sumida en el silencio mientras observa cómo las ventas de la que fuera la casa de moda más fructífera no parar de caer en picado. La marca se disculpó a través de un comunicado, mientras que su director creativo, Demna, hizo lo propio en sus redes sociales. “Quiero disculparme personalmente por la elección artística incorrecta del concepto para la campaña y asumo mi responsabilidad. No era apropiado que los niños promocionaran objetos que no tenían nada que ver con ellos. Por mucho que a veces me gusta provocar un pensamiento a través de mi trabajo, NUNCA tendría la intención de hacerlo con un tema tan horrible como el abuso infantil, que condeno”, aseguró.
Desde entonces, tanto sus redes sociales como la web de la marca parecían muteadas, evitando así llamar la atención y esperando la llegada del olvido, ese que junto al perdón es escalofriantemente habitual en la industria de la moda. No podemos olvidar que Alexander Wang, pese a sus acusaciones de abuso, sigue presentando sus colecciones mientras que celebridades como Kylie Jenner promocionan sus diseños, y Dolce & Gabbana, firma experta en capear controversias, continúa siendo una de las más aclamadas del panorama pese a sus recurrentes tropiezos. Por eso, el desfile de hoy era especialmente importante para Balenciaga, porque puede marcar el inicio de una nueva era o suponer el final de Demna al frente de la casa.
El diseñador ha seguido la fórmula que tantas otras marcas adoptan después de una crisis: recurrir al ADN de la firma para abrazar la nostalgia y la riqueza más opulenta de las costuras. “Es una evolución. Cuando trabajo inmerso en la Alta Costura, hay un vínculo muy directo con la herencia y con la obra de Cristóbal Balenciaga que aún no se ha traducido lo suficiente al prêt-à-porter. Creo que la colección de marzo tendrá muchos de esos elementos. Quiero que la gente se sorprenda con lo que ve, y la colección cuenta con tres partes diferentes. Una parte se basa realmente en la confección, en cortar, deconstruir y reconstruir. Otra parte se centra en la silueta, y en la tercera parte, que siento que está más conectada con la herencia de la casa, no tanto con la Alta Costura, ya que no quiero que haya esta superposición, se centrará en la forma en la que veo la elegancia moderna. Habrá cosas que creo que no hacemos mucho en nuestros desfiles de prêt-à-porter”, confesó a ‘Vogue’ el diseñador.
La invitación al fashion show subrayaba ya sus intenciones, pues en redes sociales se anunciaba la hora de la presentación sobre el patrón de una chaqueta, un claro guiño a la costura y la artesanía. Hasta ahora, la web ha ido subiendo de forma discreta y paulatina algunas novedades, como las deportivas 3XL, que en los países asiáticos ya han sido denominadas “las zapatillas del año” y que se han agotado en muchos colores. La marca ha contratado además a una nueva agencia de comunicación encargada de aprobar la creación de contenido y los procesos de aprobación, y Kering ha creado un puesto de jefe de seguridad de marca para supervisar las campañas publicitarias. La decisión de la marca de mostrar su colección en un desfile tan sólo unos meses después de la polémica es controvertida, pues las redes sociales ya han sacado las uñas mientras que Kering, el conglomerado de lujo dueño de la marca, no ha dudado en sacar provecho del momento para apostar por un nuevo enfoque de marketing y de diseño con el que intentar retomar su trono.
La encargada de abrir el desfile ha sido la artista Eliza Douglas, una constante presencia en Balenciaga. “Trabajar en la industria de la moda en este momento de mi vida es una sorpresa. No hubiera esperado hacer amistades reales y sentir que en realidad soy parte de algo importante”, ha asegurado la pintora, a la que hemos visto por ejemplo en el desfile Clones de la marca y en el show de Alta Costura. Luce un traje de inmensas proporciones, una máxima del desfile en el que las siluetas de las prendas, al comenzar el show, se han encargado de desdibujar por completo las de las modelos. Los hombros marcados han sido la constante del desfile, algo que hemos visto en casi todas las marcas esta temporada, y Demna se ha asegurado de que incluso en los vestidos de noche, los puffer shoulders hayan estado presentes. Ha sido en el ámbito nocturno en el que la marca ha apostado por los destellos, los brillos y las transparencias, pero recurriendo siempre a siluetas que hacen que los vestidos de Balenciaga se distingan inmediatamente de los del resto.
Los hombros se elevan hasta el infinito en vestidos y chaquetas lucidos por los modelos, que esbozan así curiosas figuras que forman ya parte del imaginario de la casa. ¿Que cómo ha sido recibida la colección? La mayoría de las voces aseguran que los diseños han resultado aburridos y excesivamente seguros, como si el diseñador se hubiera resguardado en la trampa de la tranquilidad para pasar inadvertido mientras presenta prendas anodinas que pueden vender sin desatar titulares. Interesante resulta la teoría de la periodista de moda Vanessa Friedman. "Chaquetas y pantalones con protectores hinchables en el interior, del tipo que se usa para proteger a los motociclistas y esquiadores en caso de choque. ¿Alerta de metáfora?", se pregunta la periodista, que cree que Demna ha querido jugar sobre seguro con sus propuestas en las que por cierto, experimenta convirtiendo pantalones en vestidos, chaquetas y trajes.
Habrá que esperar para saber si las ventas responden de forma positiva a una colección carente de prendas sorprendentes y de bolsos virales. Si la mayoría opta por la viralidad como arma de ventas, Balenciaga decide que en plena crisis de marca, lo mejor es pasar de puntillas y pedir permiso antes que perdón.